De acuerdo con el Observatorio de la Violencia
de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en el año 2013 se
cometieron 109 masacres y 6,757
homicidios, es decir, 563 homicidios al mes y en promedio 19 víctimas al día.
Estos datos sitúan al
país como uno de los más violentos de mundo, lo cual es una trágica distinción
que se ha mantenido en los últimos años.
Por su parte, Casa
Alianza reveló que en el período que va de febrero de 1998 a marzo de
2014, han sido asesinados 9291 niñas, niños y jóvenes menores de 23
años. Solo en la administración del ex presidente Porfirio Lobo Sosa se
contabilizaron 3901 de estas muertes violentas, lo que indica un promedio de 81
muertes por mes.
Mientras tanto, en los
primeros 3 meses del gobierno de Juan Orlando Hernández, 270 niñas, niños y
jóvenes menores de 23 años fueron ejecutados. En enero murieron 93, en febrero
la cifra se ubicó en 84 y en marzo la cantidad se elevó a 94 vidas cegadas por la
violencia.
Y para aumentar la
tragedia, solo en las últimas 72 horas, 21 niñas y niños han sido torturados y
asesinados, algunos de los cuales con edades de entre 2 y 13 años. Y la muerte
violenta de menores no se detiene ni siquiera contra aquellos que están bajo la
custodia y protección del Estado en los centros correccionales, como lo
evidencia el ataque con granadas en el centro de corrección de menores El
Carmen, en San Pedro Sula.
Todas estas cifras son
escalofriantes. Si la muerte de cualquier persona nos llena de indignación, el
asesinato de niños y niñas nos deja sin palabras, nos provoca asco, rabia,
impotencia y mucho dolor pues hemos perdido el rumbo como sociedad y quienes
gobiernan el Estado, inhumanamente sólo ven réditos electorales ante la sangre
derramada.
Parafraseando a Mercedes Sosa, no podemos permitir que el dolor, la injusticia y esta guerra nos sean indiferentes y que la reseca muerte nos encuentre como una sociedad vacía, apática y paralizada por el miedo mientras el monstruo sangriento de la violencia nos pisotea impunemente el sueño de una vida en dignidad.