viernes, 21 de noviembre de 2014

Un aporte para la reflexión

Uno de los aportes importantes que como Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, y Radio Progreso hemos decidido brindar a la sociedad hondureña, es la realización de investigaciones y análisis para animar la reflexión y el debate sobre diferentes aspectos de nuestra realidad nacional.

Por ello, en estos días estamos presentando una nueva publicación realizada en coordinación con la Alianza por la Paz y la Justicia, en la que diferentes autores y autoras reflexionan sobre la violencia, los derechos humanos y la seguridad ciudadana, desde diferentes perspectivas, experiencias y miradas.

Este libro colectivo contiene reflexiones sobre la necesidad de construir un concepto de seguridad como valor superior y como meta de todo ser humano; sobre el entendimiento de qué son, cómo funcionan y por qué proliferan las pandillas juveniles; sobre la violencia, la pobreza o la corrupción que tienen un origen histórico y un lugar preciso en el orden social, y que en conjunto han contribuido a estigmatizar la identidad nacional.

El libro también cuestiona lo frágil y riesgoso que es mantener como única vía de seguridad, la expectativa que el Estado resolverá la violación de derechos y generará las condiciones para su garantía; aborda el modelo represivo de seguridad adoptado por el Estado de Honduras y extrae las características que determinan el impacto y los efectos en el sistema penitenciario.

A su vez, el libro analiza el nivel de transformación del perfil profesional de las policías municipales y su relación con la sociedad, y los desafíos que enfrenta; analiza la evolución de las reformas en el sistema de seguridad y justicia, el contexto sociopolítico que ha influido en su desempeño; analiza la relación entre violencia y migración, y plantea cómo la búsqueda de asilo ha recobrado actualidad como lo hizo en los tiempos de los conflictos armados en Centroamérica.


Esperamos que este nuevo aporte brinde luces para continuar el debate y la reflexión, y contribuya decididamente a la construcción de una cultura política y ciudadana que permita la transformación de esta sociedad violenta y excluyente, en una nueva sociedad incluyente y participativa, respetuosa de los derechos humanos y en armonía con el medio ambiente.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Las cifras de la muerte

Las cifras de muerte y sangre en Honduras la convierten en un país del terror.

Según Casa Alianza, en octubre fueron ejecutados 82 niños, niñas y jóvenes menores de 23 años, 80 por ciento de los cuales fueron asesinadas por armas de fuego.

En los últimos 3 años, unas 1,200 mujeres han muerto violentamente y entre 2008 y 2014 185 miembros de la comunidad LGBTI han sido asesinados en Honduras, registrándose solo en este año 14 asesinatos.

De 2012 hasta la fecha se han registrado 9 asesinatos de indígenas Lencas y desde los años 90 hasta la actualidad se han contabilizado 43 asesinatos en la comunidad de los Tolupanes.

Desde el año 2003 han sido asesinados 47 periodistas y comunicadores sociales, de los cuales 7 han muerto en el 2014 y el 91% están en total impunidad.

Solo en el año 2014 han sido víctimas de la violencia más de 100 personas ligadas al sector transporte y desde el 2010 83 abogados y abogadas han sido asesinadas.

Y ante esta terrible realidad, el gobierno nos ofrece las mismas recetas que vienen siendo aplicadas desde hace 10 años sin ningún resultado, es decir, más cárcel, más penas, más militares, más armas y al mismo tiempo, menos presupuesto para salud y educación, menos protección laboral y menos acceso a una vida digna.

Pero para el gobierno, las cifras de la muerte se han reducido y el pueblo hondureño ahora vive una vida mejor.

Fuera de los fortines y la seguridad pública y privada con la que viven protegidos los gobernantes que tenemos, la verdadera Honduras se ha convertido en un gigantesco matadero y en una gigantesca cárcel de la que la gente escapa a través de la migración forzada y quienes nos quedamos ejercemos una ciudadanía limitada por el miedo.


¿Qué más falta para que la sociedad hondureña se indigne hasta levantar decididamente su voz ante tanta muerte, miseria e impunidad?

martes, 4 de noviembre de 2014

Y siguen los retrocesos en materia de derechos económicos, sociales y culturales

Uno de los elementos fundamentales para determinar si un país puede catalogarse como un Estado de derecho es el respeto del principio que garantiza el imperio de la Constitución.

Ello implica que las leyes deben ser adoptadas por los órganos que representan la voluntad general, como por ejemplo, el Congreso Nacional, y además que el contenido de tales leyes no sea contrario a lo establecido por la Constitución de la República.

En este sentido, es importante insistir en la importancia del artículo 64 constitucional que prohíbe la aplicación de leyes que disminuyan, restringen o tergiversan los derechos humanos establecidos en la Constitución.

En otras palabras, este artículo consagra el principio de progresividad que le impone a los poderes públicos la obligación de avanzar gradual y constantemente hacia la plena realización de los derechos humanos, y la prohibición de tomar medidas regresivas que reduzcan los niveles de protección de los derechos vigentes.

El posible recorte de 99 millones de lempiras que experimentará el próximo año el presupuesto de la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán” es un nuevo ejemplo de lo que el gobierno tiene prohibido hacer pues tendrá unos efectos terribles en la calidad de la enseñanza y el derecho humano a la educación.

Y mientras se reducen los presupuestos de salud y educación, Honduras es el país centroamericano que más aumentó sus gastos militares desde 2008 cuando el presupuesto de defensa era de más de 121 millones de dólares, llegando a más de 252 millones de dólares en 2014, lo que implica un aumento de 108%.

Está claro que la prioridad de los últimos gobiernos son las armas en detrimento de derechos tan elementales como la salud y la educación de la población.