miércoles, 16 de marzo de 2011

Una grave arremetida contra los derechos humanos

Carlos H. Reyes, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS) ha denunciado que varios miembros del sindicato, incluyéndolo a él, están siendo perseguidos, hostigados y amenazados.

Los grandes medios de comunicación que apoyaron el golpe de Estado han lanzado una campaña contra los miembros del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), en particular contra sus dirigentes Bertha Cáceres y Salvador Zúniga, acusándolos de incendiar un centro escolar.

Leonel Casco Gutiérrez, director del área legal y sociedad civil del Observatorio Ecuménico para los Derechos Humanos, denunció que él y su familia viven bajo amenazas a muerte después de que entregó al secretario de seguridad, Óscar Álvarez, documentación que prueba la existencia de un plan para asesinar, secuestrar y atentar contra 27 personas por parte un grupo criminal conformado por policías, mareros y ex presidiarios.

Trinidad Sánchez, director de la Red COMAL, nuevamente ha sido amenazado de muerte y quienes lo han hecho, le han dado un ultimátum para que deje de realizar su labor de organizar a las comunidades pobres en torno a la economía solidaria.

Leo Valladares Lanza, ex Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, ha sufrido seguimientos y amenazas después de haber denunciado que las Fuerzas Armadas hondureñas tienen excesiva voz en los asuntos gubernamentales.

Si todas estas personas que son líderes reconocidos a nivel nacional e internacional están sufriendo amenazas y hostigamientos, es evidente que el nivel de riesgo e indefensión de la población en general es alarmante.

Estos hechos reflejan la gravedad de lo que sucede en el país en materia de derechos humanos y que el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras señala claramente en su último informe: "Nos enfrentamos a la peor arremetida contra los derechos humanos en Honduras".

Ante estos hechos que debemos continuar denunciando, el discurso del régimen de Lobo Sosa queda reiteradamente en simple demagogia.

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