Por Sandra Marybel Sánchez
Advierto
 que las imágenes que copio abajo son fuertes y no pretendo con ello 
evitar que las vean. Todos los días, muchas familias tienen que ver las 
imágenes de sus parientes o amigos brutalmente asesinados, 
irrespetuosamente publicadas en los medios de comunicación gráficos y 
electránicos, .
Y digo que 
con la advertencia no pretendo que no las vean, porque quienes luchamos a
 diario por cambiar nuestro país desde distintos escenarios, jamás 
debemos olvidar el alto precio que han tenido que pagar muchos hombres y
 mujeres que osaron elevar su voz exigiendo justicia o intentando 
hacerla.  
Antonio
 Trejo y Eduardo Díaz pusieron sus conocimientos de la ley al servicio 
del pueblo, uno como abogado de los pobres, el otro como fiscal. A unos 
les enfureció ser vencidos en juicio por un abogado que no pertenecía a 
la élite de los togados, a pesar de contar ellos batallones de 
incondicionales dispuestos a torcer la ley a favor de quien paga. A 
los otros, los cegó la persecusión de un fiscal que no estaba 
dispuesto a tranzar.
Ambos eran 
molestos, incomodísimos a el sistema y por eso optaron, según ellos, por
 borrarlos del mapa. Lo que no entienden los autores intelectuales y 
materiales de esos crímenes; es que con sus muertes los sembraron en 
nuestras conciencias... y fructificarán. 
Creo que
 es necesario confrontarnos con las imágenes de la suerte que corren 
quienes no traicionan al pueblo y se mantienen fieles a sus principios 
de defender a quienes se encuentran en condiciones de mayor 
vulnerabilidad. Para no olvidar que con su sangre han contribuido a 
cimentar la sociedad más justa que todos y todas soñamos.  
Eduardo
 Diaz Mazariegos y AntonioTrejo, no se merecían las muertes que tuvieron
 y ¡No podemos permitir que esos crímenes queden en la impunidad! 
Sandra 
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