El día
viernes 15 de marzo se celebró ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos la audiencia sobre “La Situación general de derechos humanos en
Honduras” solicitada por varias organizaciones de la sociedad civil. En esta
audiencia se presentó una radiografía del país que reflejó una grave situación
de impunidad y corrupción.
Esta
radiografía se traduce en una realidad con
escalofriantes cifras sobre violencia y muerte en la que ocurre un promedio de
dos masacres por día, con 20 personas asesinadas diariamente, más de 80
personas muertas en el Aguán, miles de niños y niñas ejecutados
arbitrariamente, miles de mujeres y niñas víctimas de femicidio, y decenas de
periodistas y abogados asesinados, todo ello bajo el manto de la impunidad.
Los
representantes del Estado, como siempre, hicieron uso de los más altos niveles
de cinismo para justificar su ineficacia y falta de voluntad política para
investigar y sancionar a todos los responsables de esta situación, y adoptar
medidas efectivas que pongan un alto a la impunidad y al deterioro alarmante
del sistema de justicia.
Mientras los
agentes estatales cumplían esa función en Washington, la Ministra de Derechos
Humanos presentaba un informe de más de 100 páginas que contradice la defensa
del Estado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pues reconoce
que después del golpe de Estado “Honduras vive un deterioro en la situación de
los Derechos Humanos” y que las medidas adoptadas hasta el momento no han sido suficientes
para enfrentar esta situación.
Resulta
curioso que desde el propio Estado existan dos visiones de la situación de los
derechos humanos. Una presentada ante la Comisión Interamericana en la voz de
la Procuradora General de la República para quien el Estado no tiene ninguna
responsabilidad en la situación actual; y otra presentada a la sociedad
hondureña en la voz de la ministra Ana Pineda en la que reconoce la
responsabilidad del Estado en el deterioro de dicha situación.
Evidentemente
alguien en el Estado miente descaradamente y la sociedad lo tiene claro pues
día a día somos testigos de la falta de justicia y del deterioro constante de
nuestros derechos humanos.