Que Honduras es el país más violento del
mundo es una afirmación que ya no nos asusta. Que cada día mueren 20 personas
de manera violenta es una cifra que ya ni siquiera nos alarma. Que los sectores
más golpeados por la violencia son las mujeres, los niños y los jóvenes menores
de 23 años ya es parte de nuestra normalidad.
No obstante, cuando esas estadísticas
adquieren la cara y el nombre de alguien con historias y con familias que
conocemos, entonces la violencia logra otra dimensión y la tragedia muda de las
cifras se convierte en un grito desesperado.
La semana pasada, entre las 20 víctimas
diarias de la violencia apareció el nombre de Mireya Mendoza, una mujer joven,
madre, amiga, compañera, jueza de sentencia en la ciudad de El Progreso, una
profesional con una trayectoria intachable y miembro de la junta
directiva de la Asociación de Jueces por la Democracia, organización hermana y
parte de la Convergencia por los Derechos Humanos.
El asesinato de Mireya no sólo golpea a su
familia y amistades, también es un golpe para la democracia. Como señaló Tirza
Flores en su reciente testimonio ante la Comisión de Derechos
Humanos Tom Lantos de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados
Unidos, “Esta irreparable pérdida nos llena de profunda preocupación y pone en
evidencia nuevamente la profunda crisis de seguridad que actualmente
enfrentamos, en donde la vida de los seres humanos no tiene ningún valor, ni
siquiera tratándose de una mujer valiente y comprometida con el fortalecimiento
del Estado de Derecho, como es el caso de esta colega jueza”.
No sólo
la judicatura está de luto. Toda Honduras perdió violentamente a una de sus
mejores mujeres y a una de sus mejores juezas. Apropiándonos de las palabras de
la Asociación de Jueces por la Democracia a la que Mireya pertenecía, decimos
que “Un hecho como el acontecido, la muerte de una juzgadora en el altar de la
justicia, debería conmocionar a todo el país. Todas y todos nos deberíamos indignar
y hacer escuchar nuestra voz de repudio. Es hora de decir: ¡Basta ya! No más
impunidad”.