Uno de los requisitos
fundamentales de un Estado de derecho es la división o separación de poderes. Esta
exigencia constituye el resultado histórico de la lucha contra el absolutismo para
evitar la concentración del poder.
En ese sentido, los sistemas
democráticos han desarrollado un sistema de equilibrios entre los tres poderes
del Estado mediante el mutuo control y limitación, especialmente en lo que se
refiere a la garantía de los derechos humanos.
Así, en términos generales
nuestra Constitución faculta al poder legislativo a crear las leyes que los
poderes ejecutivo y judicial aplican y ejecutan en sus áreas respectivas; el
poder judicial se encarga de la administración de justicia; y el poder
ejecutivo se constituye en el administrador general del Estado.
El artículo 4 constitucional
establece que “la forma de gobierno es republicana, democrática y
representativa. Se ejerce por tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial,
complementarios e independientes y sin relaciones de subordinación”.
Es importante dejar claro que
esta división no debe entenderse como si los tres poderes no tuvieran ningún
tipo de relaciones de cooperación entre ellos, todo lo contrario, al
distribuirse y dividirse las funciones del Estado, se necesita de una serie de
relaciones y controles recíprocos para lograr la finalidad misma del Estado: la
dignidad humana.
Sin embargo, desde hace dos
años somos testigos de la peligrosa concentración de poder en las manos del
presidente Juan Orlando Hernández y su entorno, quienes han logrado suficiente
influencia sobre la actual Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de
Justicia; elegir a un fiscal general y su adjunto, e integrar a un Consejo de
la Judicatura y de la Carrera Judicial cercanos al poder ejecutivo.
Pero también han logrado
cooptar al Comisionado Nacional de los Derechos Humanos; elegir a un procurador
general de su confianza; y crear una Dirección Nacional de Investigación e Inteligencia
que responde directamente al Consejo de Seguridad y Defensa, que más que un
órgano de coordinación, tiene todas las características de un supra gobierno
presidido por el Presidente de la República.
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