Cuenta una vieja leyenda que el rey de Prusia,
Federico El Grande, construyó un palacio de verano con unos magníficos
jardines, los cuales colindaban con un viejo molino de madera, ruidoso y sucio.
Al rey le pareció que este molino afeaba su nueva residencia y ordenó su
derribo. El dueño del molino, un hombre humilde y sencillo, se opuso a la
decisión del rey y llevó el caso ante la justicia, al tiempo que le decía al
rey: “Señor, todavía hay jueces en Berlín”.
Y
cuando los jueces fallaron a favor del molinero, el mismo monarca, respetuoso
de la justicia, celebró que hasta él mismo tuviera que acatar la decisión de
los jueces de la capital de Prusia.
En Honduras muchos jueces y juezas han abandonado su
papel de garantes de la dignidad humana, generando que nunca hayamos contado
con un verdadero poder judicial independiente, sino con un servicio judicial a
la orden de los poderes fácticos.
Sin embargo, ha habido excepciones a la regla y
aunque han sido una minoría, hemos tenido jueces y juezas cuyas decisiones son apegadas
a la legalidad aunque entren en conflicto con las orientaciones jurídicas y
políticas dominantes.
Desde hace 10 años, muchos de estos jueces y juezas
se organizan en la Asociación de Jueces por la Democracia (AJD), y en el marco
de ese espacio han contribuido decididamente a la defensa de los derechos
humanos, la democracia y el Estado de derecho.
En su lucha democrática han sufrido persecuciones,
marginaciones y hasta despidos ilegales, pero su fuerte compromiso con la
dignidad humana y la independencia judicial les ha hecho merecedores de respeto
y reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Desde el ERIC-SJ y Radio Progreso celebramos los 10
años de existencia de la AJD, y nos sentimos orgullosos de caminar y trabajar
junto a ellos y ellas en la construcción de una Honduras justa, solidaria y
compartida.
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