Existe una relación lógica entre
los derechos humanos y una vida libre de corrupción, ya que la corrupción
provoca una afectación directa en los derechos humanos, particularmente en los
económicos, sociales y culturales vinculados a las condiciones materiales para
vivir con dignidad.
Así, cuando en un país la
corrupción es generalizada y estructural como en Honduras, los recursos no
llegan a la población en situación de mayor vulnerabilidad porque se desvían a
los bolsillos de quienes se aprovechan de sus contactos, influencias y
posiciones de poder.
Y a ello se suma la impunidad que
blinda a quienes cometen actos de corrupción, lo cual provoca que la ciudadanía
desconfíe de las instituciones como el Ministerio Público y el Poder Judicial
que deberían de investigar y sancionar a las personas corruptas.
Como lo señala la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, “la corrupción atraviesa actos cotidianos
junto a estructuras de corrupción sistémica”, que en algunos casos llegan a
niveles de complejas formas de captura del Estado, cooptación de estructuras
estatales y desviación institucional con fines delictivos.
El Estado de Honduras es un
ejemplo de ello, ya que no cabe duda que ha sido cooptado por una estructura
criminal que, además de estar vinculada con el narcotráfico, como lo señaló la
fiscalía del Distrito Sur de New York, ha aprovechado de forma miserable la pandemia del COVID-19 para robar descaradamente.
De esta manera, mientras en el país se han ejecutado hasta el 12 de junio
4,366 millones de lempiras para enfrentar la pandemia sin que sepamos dónde
está invertido ese dinero, El Salvador construyó el hospital más grande de
América Latina con más de dos mil camas, especializado en tratar el
coronavirus.
Lo revelador es que con esos millones supuestamente ejecutados se hubieran
podido construir dos hospitales
y medio como el de El Salvador, como lo señala el Centro de Estudio para la
Democracia (CESPAD). Sin duda alguna, este latrocinio está teniendo un
grave impacto en la vida y la salud de la ciudadanía.
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