En las redes sociales se ha
desatado una ola de indignación por el precio de los productos en el complejo
turístico Indura Beach Resorts, particularmente porque una baleada cuesta 275
lempiras con 63 centavos.
Lógicamente, este complejo
turístico es un monumento al apartheid social que vive el país porque es
exclusivo para aquellas personas nacionales y extranjeras que tienen el dinero
para pagar los servicios que ofrece, incluyendo el uso de un campo de golf que
fue diseñado por uno de los mejores jugadores de la historia.
Más allá de la legitimidad o no de
la indignación por el precio de una baleada, a los hondureños y hondureñas
debería de indignarnos que dicho proyecto turístico y otros se hayan realizado
gracias al despojo de los territorios ancestrales de las comunidades garífunas
de Triunfo de la Cruz, Punta Piedra, Barra Vieja y Cayos Cochinos.
Nos debe indignar que estos
proyectos turísticos se realizan violentando el derecho de las comunidades a
que se les consulte de forma previa, libre, informada y de buena fe; nos debe
indignar que se ejecuten sin que se realice un estudio independiente de impacto
social, económico, cultural y ambiental; nos debe indignar que estas comunidades
en vez de beneficiarse razonablemente de dichos proyectos, son despojadas,
criminalizadas, asesinadas y señaladas como enemigas del desarrollo.
Nos debe indignar que la visión de
desarrollo que tienen el gobierno y la empresa privada es puramente económica,
anteponiendo las ganancias de unas pocas personas a la protección del medio
ambiente, a la promoción de las culturas ancestrales y a la gestión sostenible
de los bienes naturales.
Que
nos indigne que este tipo de proyectos se realicen violentando los derechos de
los sectores más vulnerabilizados y que la codicia de un puñado de familias les
impida comprender que el progreso social y la prosperidad económica sólo puede
sustentarse si las poblaciones viven en un medio saludable y los bienes
naturales son gestionados con cuidado y responsabilidad.
Me gustó su artículo, otra desgracia mas para nuestro país, y ya sabemos quienes son esas contadas familias que le sacan el jugo a nuestra tierra, aprovechando su cultura, sus tradiciones e historia pero ya en privado les importa un bledo todo lo que signifique la hondureñidad, porque ellos siempre serán extranjeros en esta tierra que tanto les da.
ResponderEliminarMe gustó su artículo, otra desgracia mas para nuestro país, y ya sabemos quienes son esas contadas familias que le sacan el jugo a nuestra tierra, aprovechando su cultura, sus tradiciones e historia pero ya en privado les importa un bledo todo lo que signifique la hondureñidad, porque ellos siempre serán extranjeros en esta tierra que tanto les da.
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