En la historia de Honduras nunca ha existido un
sistema judicial que se entienda y que actúe como tal, sino que hemos tenido
—con algunas excepciones de funcionarios y funcionarias judiciales honestas— un
“servicio judicial” que se obtiene en el mercado de las influencias en donde
los grupos económicos, políticos y religiosos tienen el poder para comprarlo.
Por eso es que a estos grupos
les importa tanto controlar la Corte Suprema de Justicia, pues con la
existencia de un poder judicial sin independencia e imparcialidad, logran
proteger sus intereses con celeridad y diligencia, y garantizar la impunidad
de sus delitos y perversiones políticas.
Al leer la lista de 97 candidatos y candidatas que
continuarán participando en el proceso de elección de la nueva Corte Suprema de
Justicia, se reafirma que la Junta Nominadora es cómplice de continuar con la
lógica del reparto político en materia de justicia. Para muestra un botón.
En esta lista aparecen 4 de los actuales
magistrados y magistradas de la Corte Suprema de Justicia -Rosa de Lourdes Paz
Haslam, Jacobo Antonio Cálix, Raúl Antonio Henríquez Interiano y Víctor Manuel
Martínez Silva-, y 1 ex magistrado que fue destituido de la Sala de lo
Constitucional -Gustavo Enrique Bustillo Palma-.
Durante la ruptura del orden constitucional estas personas
se pusieron al servicio del gobierno de facto,
profundizaron el estado general de impunidad, propiciaron la abstención y desidia
judicial, y dejaron a las víctimas en una situación de
absoluta indefensión y vulnerabilidad. En palabras de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, estas personas participaron en pleno en el golpe
de Estado defendiendo la ilegalidad.
También en esta lista aparecen 3 concejales del
Consejo de la Judicatura y de la Carrera Judicial -Celino Aguilera, Liliam Maldonado
y José Francisco Quiroz-, quienes desde su nombramiento iniciaron un
cuestionable proceso de “depuración judicial” que viola el principio de
legalidad y representa un efectivo obstáculo a la independencia de jueces y
juezas.
Que estas 8 personas hayan pasado el primer filtro
del proceso de elección para magistrados y magistradas, pone en tela de juicio
los criterios y controles ejercidos por la Junta Nominadora pues la sola
participación directa en un golpe de Estado y el irrespeto a la legalidad, los
deslegitima y descalifica súbitamente.
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