El
pasado mes de septiembre el ex capitán del Ejército, Billy Joya, presentó una
querella en contra del diputado Jorge Cálix, quien en el contexto de las
actuales ejecuciones arbitrarias, le recordó sus antecedentes como fundador del Escuadrón de
la Muerte 3-16, que durante los años 80 ejecutó una política de terror en contra
de quienes eran considerados enemigos políticos.
Dicha política implicó la
ejecución de torturas, asesinatos y desapariciones forzadas de centenares de
personas, las cuales fueron documentadas por el
Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en su informe titulado “Los hechos
hablan por sí mismos. Informe preliminar sobre los desaparecidos en Honduras
1980-1993”. Todos estos crímenes se encuentran en absoluta impunidad.
La
semana pasada, el magistrado Jorge Abilio Serrano, nombrado juez natural por la Corte
Suprema de Justicia para conocer dicha querella, la declaró inadmisible, lo
cual tiene varios elementos de suma importancia. En primer lugar, se viene
abajo la estrategia de quienes son señalados como responsables de graves
violaciones a derechos humanos para silenciar a quienes denunciamos su
impunidad.
En segundo lugar, deja claro que los crímenes del pasado y la
responsabilidad de Billy Joya es un discurso de interés público que goza de un
especial nivel de protección en el marco del derecho a la libertad de expresión
por su importancia crítica para el funcionamiento de la democracia, la cual no
puede sostenerse sin un verdadero proceso de rendición de cuentas.
En tercer lugar, brinda una enorme oportunidad para posicionar
en el debate público la exigencia al sistema de justicia
de que reactive el impulso de investigaciones serias y efectivas que satisfagan
el derecho de las víctimas y sus familiares, y de la sociedad de conocer las
circunstancias que rodearon tales violaciones y la responsabilidad de las mismas.
Y en cuarto lugar, recuerda que, como lo señala el
Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Estado de Honduras tiene
la obligación de “hacer frente a las atrocidades cometidas en el
pasado, tener en cuenta las necesidades de las víctimas y su derecho a un
recurso efectivo, e impedir que vuelvan a producirse”.
Nunca
debemos olvidar que las víctimas de las violaciones a derechos humanos
atribuidas a Billy Joya tienen el derecho a conocer la verdad de lo sucedido a
través de investigaciones serias y efectivas que se concreten en la sanción de
todos los responsables. Solo así es posible romper el silencio cómplice con
estos crímenes y transitar hacia una
verdadera democratización del país.
Fuente: http://wp.radioprogresohn.net/un-triunfo-para-la-libertad-de-expresion-en-materia-de-crimenes-del-pasado/
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