martes, 21 de mayo de 2019

¿Para qué sirven los militares?: para nada


De acuerdo con la Constitución nacional, las Fuerzas Armadas tienen la función de garantizar el imperio de la Constitución, los principios del libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la República.

Sin embargo, en vez de cumplir con su papel, los militares dieron un golpe de Estado en 2009, permitieron la reelección ilegal de Juan Orlando Hernández, defendieron con las armas el fraude electoral y, en definitiva, no garantizaron la alternabilidad.

También están facultadas para cooperar con la Policía Nacional en la conservación del orden público, pero se han convertido en la peor pesadilla para la ciudadanía como lo demuestran las graves violaciones a derechos humanos cometidas en la década de los 80, en el golpe de Estado y en la crisis post-electoral.

A su vez, las Fuerzas Armadas tienen que defender la integridad territorial y la soberanía, no obstante, las fronteras marítimas, aéreas y terrestres que están obligadas a proteger se han convertido en un paso fácil para la cocaína que va con destino hacia Estados Unidos.

Por ello, no es de extrañar que de acuerdo con el informe “Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2019” del Departamento de Estados de Estados Unidos, Honduras es considerada uno de los principales países productores de droga y de lavado de dinero.

Por otro lado, a las Fuerzas Armadas se les ha dado la tarea de proteger la riqueza forestal del país, pero cada año Honduras pierde entre el 2 y 3 por ciento de su bosque debido a la tala ilegal y los incendios que solo en este año han arrasado con más de 22 mil hectáreas.

En resumen, a los militares se les ha dado la responsabilidad de proteger la democracia, las elecciones, los derechos humanos, la alternabilidad en el poder, las fronteras y los bosques, y las evidencias demuestran que han fracasado debido a su complicidad y su incapacidad.

Por tanto, las Fuerzas Armadas no sirven para nada que beneficie a la sociedad, pues se han convertido en perros guardianes de quienes les tiran migajas de poder. Si no sirven para nada, deben desaparecer y así destinar el presupuesto que malgastan a garantizar condiciones de dignidad para la población.

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