martes, 21 de abril de 2015

Oliva en el país de las maravillas



O el presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, es un cínico o realmente cree que vive en un país de paz y de dignidad, pues según él, Honduras es un país respetuoso de los derechos humanos.


Sin más preámbulos, le recordamos al señor Oliva que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su más reciente visita constató alarmantes niveles de violencia, la existencia de una práctica de desapariciones, altos niveles de violencia de género y conflictos agrarios que también producen hechos de violencia, entre otros graves crímenes.


La Comisión destacó el grave contexto de impunidad que es el resultado de la debilidad institucional, la corrupción y la falta de independencia del Poder Judicial. Esta impunidad caracteriza tanto a hechos de violencia como a una amplia gama de violaciones a los derechos humanos, tal como la ocupación ilegal de tierras de comunidades indígenas, rurales y afrodescendientes, la violación de los derechos laborales, y actos de discriminación. 


Para la Comisión la falta de investigación y la impunidad en la que permanece la enorme mayoría de las violaciones a los derechos humanos, alimentan una espiral creciente de violencia. Además de dejar a las víctimas sin acceso a la justicia, la impunidad afecta negativamente a toda la sociedad hondureña, que recibe el mensaje de que esta violencia es inevitable.

La Comisión constató además que quienes buscan justicia, quienes denuncian e informan, y quienes defienden sus derechos o los de otros, frecuentemente son amenazados e incluso asesinados, y en ocasiones también sus familiares son amenazados, secuestrados, golpeados o asesinados.



A la Comisión le preocupa que uno de los ejes centrales en la respuesta estatal frente a los graves problemas estructurales de violencia, impunidad, corrupción y crimen organizado en el país, sea la intervención de las Fuerzas Armadas en múltiples ámbitos y funciones, lo cual representa un riesgo para la vigencia del Estado de derecho.

Sin duda alguna, el señor Oliva como cabeza de uno de los 3 poderes del Estado tiene la obligación de conocer esta realidad, por lo que es fácil deducir que sus declaraciones son una muestra de los altos niveles de cinismo de una clase política ciega, sorda y prepotente.

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