miércoles, 29 de octubre de 2014

Nuevas audiencias, más denuncias.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) comenzó su período de sesiones número 153, en el marco del cual realizará audiencias entre el 27 de octubre al 7 de noviembre sobre diferentes situaciones relativas a derechos humanos en la región.
Sobre Honduras se celebrarán 3 audiencias específicas y varias reuniones de trabajo privadas. Entre las audiencias se encuentra la solicitada por la Coordinadora de Instituciones Privadas Pro las Niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (COIPRODEN) y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), relativa la situación de derechos humanos de niños, niñas y adolescentes en el Bajo Aguán.
La segunda audiencia fue solicitada por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) sobre el caso de Ángel Pacheco León, quien había ganado el primer lugar en las elecciones primarias del Partido Nacional realizadas en el Departamento del Valle y era candidato a diputado para al Congreso Nacional en las elecciones que se realizarían el 25 de noviembre de 2001.
Las altas autoridades de ese partido le pidieron a Pacheco que renunciara a su candidatura, a lo que él no aceptó. A partir de ahí comenzó a recibir amenazas a muerte que se concretaron el 23 de noviembre de 2001. Hasta el momento, las autoridades de Honduras no han realizado una investigación seria y diligente para determinar la responsabilidad de su asesinato.
La tercera audiencia fue solicitada por la Colectiva de Mujeres Hondureñas (CODEMUH) y CEJIL, y está relacionada con la situación de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres.
A su vez, se realizarán varias reuniones de trabajo con la CIDH, entre las que destacan, la relativa a la situación de violencia, amenazas y coacciones que viven las comunidades del Nueva Esperanza en Atlántida por oponerse a actividades mineras ilegales; la relacionada con la inefectividad de las medidas de protección a favor del personal de Radio Progreso.
Y la relativa a la violencia contra los pobladores de la colonia Cerrito Lindo en San Pedro Sula, quienes son víctimas de asesinatos, amenazas, coacciones y desplazamientos debido a un conflicto de tierras que el Estado es incapaz y no tiene voluntad de resolver.
Esperamos que colocar al Estado de Honduras en la palestra pública como violador de derechos humanos presione para que se adopten medidas efectivas que permitan revertir las situaciones que generan este tipo de violaciones a los derechos de la gente.

sábado, 25 de octubre de 2014

17 años de impunidad y de esperanza

En el año 2003, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), en representación de las familias Kawas, Luna y Escaleras, presentaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos una denuncia por la impunidad alrededor de los asesinatos de los ambientalistas Blanca Jeannette Kawas, Carlos Luna y Carlos Escaleras, ocurridos en 1995, 1998 y 1997, respectivamente.
Kawas se desempeñaba como presidenta de la Fundación para la protección de los recursos naturales de Lancetilla, Punta Sal y Texiguan (PROLANSATE), desde la que denunció la explotación ilegal de madera; y Luna era un ecologista y regidor municipal en Catacamas, y antes de su muerte investigaba el corte y tráfico ilegal de madera en el departamento Olancho.
Escaleras era de uno de los más reconocidos líderes populares del valle del Aguán y era miembro del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (CODEH), el Frente Común de Patronatos y la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguán (COPA), desde la cual denunció y se opuso a las actividades de ciertas empresas que causaban daños al ambiente.
En los casos Kawas y Luna, el Estado de Honduras fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2009 y 2013, respectivamente. En el de Escaleras, el caso está a punto de ser enviado a dicho tribunal internacional y ante la posibilidad de una solución amistosa que pueda permitir obtener justicia y una reparación adecuada que minimice el sufrimiento causado.
A 17 años del asesinato de Carlos Escaleras seguimos luchando para arañarle justicia al monstruo de la impunidad y vemos con esperanza la memoria viva de Carlos Escaleras, Carlos Luna y Jeannette Kawas que florece cada día en la voz alzada de miles y miles de personas que defienden los bienes naturales y la vida. 

martes, 14 de octubre de 2014

Entre el luto permanente y la defensa de la alegría.

Honduras es el país del luto permanente. Transita por un camino de corrupción, pobreza, impunidad y violencia que pareciera no tener final ni esperanza.
El director de Casa Alianza, José Guadalupe Ruedas nos lo recordaba la semana pasada al denunciar que solo en el gobierno de Juan Orlando Hernández, 685 niños, niñas y jóvenes menores de 23 años han sido ejecutados, cifra que constituye el mayor porcentaje de ejecuciones por mes de los últimos 16 años. 
Y al mismo tiempo, el asesinato de las fiscales del Ministerio Público, Marlene Banegas y Olga Patricia Eufragio nos golpeaba en la cara para no olvidar que la ley del más fuerte y más violento es la que nos gobierna.
Estos dos hechos son una muestra de cómo la violencia y la impunidad tienen el poder de asesinar a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad, la niñez y la juventud, así como a dos operadoras de justicia que en teoría son las que más protegidas deberían estar por liderar instituciones que tienen la obligación de salvaguardar los intereses de la población.  
Sin embargo, mientras estas dos situaciones nos marcan como cicatrices en nuestro tejido social, Berta Cáceres, coordinadora del COPINH, era galardonada internacionalmente con el Premio Cien a la Vida por su labor en la defensa de los derechos de los Pueblos Originarios de Honduras y de la Madre Tierra.
Aunque los signos de muerte son muchos, no podemos renunciar a defender la alegría de la vida como lo han hecho y lo hacen millones de personas en Honduras.
Y aunque esta defensa sea dolorosa, parafraseando a Benedetti, debemos defender la alegría y la vida como una trinchera, defenderla de la miseria y los miserables, de los homicidas y de la muerte, de las ausencias transitorias y las definitivas.

martes, 7 de octubre de 2014

Militares, seguridad ciudadana y derechos humanos.

En su más reciente comunicado, la Comisión Multinacional de la Alianza por la Paz y la Justicia señaló que “la adopción de medidas inadecuadas en materia de seguridad y justicia tiene un alto costo humano y profundiza los niveles de victimización”.
Como nos lo demuestra la experiencia en los países de la región azotados por la violencia criminal, el involucramiento de las fuerzas armadas en tareas de seguridad interna crea más problemas de los que resuelve.
Un ejemplo claro son los recientes hechos delictivos en los que los militares se han involucrado. El 27 de septiembre 4 policías y 12 militares en estado de ebriedad hirieron de bala a 3 habitantes del municipio de Wampusirpe en la Mosquitia.
El 30 de septiembre, efectivos militares participaron en el desalojo de 400 miembros del pueblo Garífuna de la comunidad de Barra Vieja, violentando sus derechos ancestrales sobre la propiedad colectiva de sus tierras.  
El mismo 30 de septiembre se conocieron los actos de tortura cometidos por miembros de la Policía Militar en contra de dos trabajadores de la mina artesanal de la aldea San Juan de Arriba, ubicada en el municipio del Corpus en Choluteca.
El 1 de octubre, miembros de la Policía Militar atacaron a tiros a una unidad de transporte público en Tegucigalpa que no se detuvo ante un retén, provocando que 4 personas resultaran heridas.
Dichos ejemplos son apenas una muestra de los graves problemas que se nos vienen con los militares en las calles, ya que ven en el ciudadano un enemigo a quien eliminar y no a una persona cuya dignidad deben respetar y defender.
Es un grave error creer que con un curso de 1 o 2 meses se les cambiará la mentalidad de guerra a esos mismos soldados que cometieron graves violaciones a derechos humanos durante los años 80 y durante el golpe de Estado. 
Si bien no se puede ignorar que "hay escenarios donde los grupos criminales adquieren un poder de fuego y un control territorial que no es posible contrarrestar solo con las capacidades policiales, sea por su debilidad o por su penetración criminal", tal y como sucede en Honduras.
Pero "las intervenciones de los militares en tareas de seguridad ciudadana deben ser excepcionales, acotadas y transitorias, bajo el más amplio control civil, judicial y parlamentario, y acompañadas de una pronta estrategia de salida que garantice el progresivo reemplazo de las fuerzas armadas por el servicio policial" y por el resto del aparato judicial, educativo y de salud.
Esto implica reconocer que la violencia no se reduce a un problema de seguridad pública, sino que está asociada con múltiples factores de desigualdad social, económica y política, y que se sustenta en estructuras de desigualdad y dominación que golpean a los más pobres.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Militares cometen graves violaciones a los derechos humanos en Honduras.

Tegucigalpa.- El Centro de Prevención Tratamiento y Rehabilitación de Víctimas de la Tortura y sus Familiares (CPTRT), a la comunidad nacional e internacional manifiesta lo siguiente: 

Diferentes hechos confirman ahora, el grave error que se ha cometido en política de seguridad pública por parte de este gobierno, al otorgarles funciones policiales[1] a  los militares (comunicado del 01 de agosto de 2013). 

1.- El día de ayer martes 30 de septiembre, en franca violación a los derechos del pueblo Garífuna del municipio de Tela, más de 400 vecinos de la comunidad de “Barra Vieja”, han sido desalojados de sus propiedades de manera violenta por miembros del ejército y la policía, convirtiéndolos en desplazados, por el mismo Estado. Todo esto para favorecer los intereses de un grupo empresarial[2] dedicado a la industria turística en esa zona. 

2.- Ayer mismo, (30 de septiembre) el telenoticiero “Telenoticias[3]” que se transmite por “Canal 5”, informó que miembros de la Policía Militar torturaron a un joven en lamina artesanal de la aldea San Juan de Arriba, ubicada en el municipio del Corpus, departamento sur de Choluteca.

3.- Hoy (01 de octubre) en horas de la mañana, miembros de la Policía Militar, atacaron a tiros[4] a una unidad de transporte público, que cubre la ruta entre la Colonia Arturo Quezada y el centro de la capital, hiriendo a cuatro personas que se encuentran hospitalizadas. Según informes de diferentes medios de comunicación. “El bus iba lleno de pasajeros”.

4.- Cuatro agentes de la Policía Nacional y doce militares, en estado de ebriedad hirieron de bala a tres habitantes del municipio de Wampusirpe[5], la Mosquitia, departamento de Gracias a Dios, hechos ocurrieron el día sábado 27 de septiembre.

CPTRT, expresa su más firme condena, a las graves violaciones a los derechos humanos, cometidas por miembros de la Policía Militar, en contra de la integridad física de compatriotas que merecen ser objeto del “cuidado y servicio” que como funcionarios de seguridad están obligados a prestar en el marco de sus obligaciones laborales.

Demandamos la inmediata devolución de la tierra a nuestros compatriotas de la comunidad de Barra Vieja en el municipio de Tela, se investigue y se sancione a los responsables de las violaciones al derecho a la integridad física y sicológica de nuestros compatriotas.

Tegucigalpa 01 de octubre de 2014.
PD. Copiamos fotos de las denuncias.