jueves, 14 de diciembre de 2017

Si esto no es una dictadura, ¿qué es?

Los hechos ocurridos durante esta crisis electoral muestran claramente la naturaleza represiva, autoritaria y dictatorial de este gobierno que ante la pérdida de legitimidad, se quiere imponer por la fuerza de las armas y la violencia policial y militar.

A pesar de la doble moral e hipocresía del gobierno de Estados Unidos que a través del Departamento de Estado y la Embajada en Tegucigalpa declaran que en Honduras se ha fortalecido el respeto de los derechos humanos, la realidad desnuda esa mentira.

En primer lugar, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Honduras ya han expresado su profunda preocupación por la pérdida de vidas humanas en el contexto de las protestas y ha señalado la presunta responsabilidad de la Policía Militar de Orden Público.

En segundo lugar, las organizaciones nacionales de derechos humanos ha documentado la ejecución arbitraria de 14 personas por parte de militares y policías, así como decenas de detenciones ilegales, personas heridas, torturadas y sometidas a tratos crueles, inhumanos o degradantes.

En tercer lugar, la propia Secretaría General de la Organización de Estados Americanos consideró que el estado de sitio decretado por el gobierno de Juan Orlando Hernández no cumplió con los estándares constitucionales e internacionales, y que es una medida desproporcionada frente a las manifestaciones, por lo que solicitó su inmediato levantamiento.

En cuarto lugar, las víctimas y sus familiares, y miles de testigos a través de fotos y videos han visto con impotencia cómo los militares y policías disparan “bala viva” contra la gente, utilizan la fuerza de forma brutal y salvaje, y lanzan bombas lacrimógenas sin importar que se encuentren niños, niñas, personas ancianas o mujeres embarazadas.

En quinto lugar, nuestra Radio Progreso ha sufrido un sabotaje a la torre que sostiene sus antenas, las cuales permiten la transmisión de su señal a la zona central, particularmente a Tegucigalpa. El propio Relator Especial para la Libertad de Expresión, Edison Lanza exigió al Estado una investigación sobre este atentado.

Finalmente, Amnistía Internacional señaló una cuestión contundente que distingue a una democracia de una dictadura. Según esta organización internacional, en Honduras no hay espacio para que las personas expresen sus opiniones y cuando lo hacen, enfrentan toda la fuerza del aparato represivo del gobierno.

A la luz de lo anterior debemos preguntar al Departamento de Estado y a la Embajada de Estados Unidos, si esto no es una dictadura, ¿qué es?

sábado, 2 de diciembre de 2017

Radiografía de la crisis del 26N en 10 pasos

1. Juan Orlando Hernández y su grupo logran controlar al Tribunal Supremo Electoral y a toda la institucionalidad pública, y dan la apariencia de cumplir con todas las formalidades de la democracia representativa.

2. Al tener el control de todo confiaron que era suficiente para “ganar” las elecciones y realizaron algunas cesiones a los demás partidos políticos y a los observadores nacionales e internacionales como un acto de buena fe y transparencia.

3. Al ver que en las primeras horas del conteo Salvador Nasralla llevaba una ventaja del 5%, misteriosamente se “cae el sistema” y al regresar, Juan Orlando Hernández comienza a revertir la tendencia y finalmente termina superando a Nasralla.

4. No esperaron que sucedieran dos cosas: Primero, la digna posición del ex candidato del partido Liberal Luis Zelaya, reconociendo el fraude y la victoria de Salvador Nasralla. Segundo, la reacción ciudadana ante esos hechos y la exigencia de un conteo de acta por acta. La represión policial y militar no logra disminuir las protestas, las cuales aumentan con el paso de las horas.

5. Al no lograr detener las protestas ciudadanas, promueven o al menos permiten que ciertos grupos se infiltren en las manifestaciones pacíficas para provocar el caos y los saqueos. Curiosamente en las protestas pacíficas aparecen los policías y militares para reprimir, pero durante los actos vandálicos las fuerzas de seguridad pública brillan por su ausencia.

6. Decretan el estado de sitio y suspenden la libertad de circulación de 6pm a 6am y le dan carta blanca a los militares para tomar el control del territorio nacional. Se denuncian graves abusos por parte de la policía y el ejército que incluyen el uso de armas de fuego, detenciones ilegales, torturas, tratos crueles, inhumanos o degradantes, y ejecuciones arbitrarias.

7. El estado de sitio y la militarización parece destinada a provocar el pánico entre la población, y los medios de comunicación corporativos afines al gobierno responsabilizan a la Alianza de Oposición a la Dictadura de generar el caos.

8. En este contexto de miedo y uso de la fuerza policial y militar, el gobierno de Juan Orlando Hernández y David Matamoros Watson, presidente del Tribunal Supremo Electoral, se niegan a realizar el conteo de las actas a partir de la “caída del sistema” y solo aceptan revisar alrededor de 1030 actas, a pesar que desde diferentes sectores nacionales e internacionales se exige el escrutinio de todas las actas como un primer paso para salir de la crisis política.

9. La Unión Europea continúa mediando y presionando para la realización del conteo acta por acta, la Organización de Estados Americanos mantiene un papel timorato y en plena crisis su jefe de misión electoral, Jorge Quiroga, abandona Honduras y viaja a su país, Bolivia, a ejercer el voto, y la Embajada de Estados Unidos juega a una ambigüedad peligrosa cuya decantación, para bien o para mal, será determinante.

10. Independientemente de los resultados finales, el proyecto continuista a mediano y largo plazo fracasó y el modelo impuesto se encuentra deslegitimado. La fuerza moral ganada desde el 26N representa una oportunidad histórica para realizar los cambios estructurales que regresen a Honduras al camino lento y difícil hacia el Estado democrático de derecho.