martes, 14 de marzo de 2017

Silencios y destituciones

La declaración ante la justicia estadounidense del jefe de Los Cachiros, Devis Leonel Rivera Maradiaga, en la que vincula con el narcotráfico a varias personas ligadas a la política nacional, solo confirma un secreto a voces: la estrecha relación entre el crimen organizado y la política.

El jefe de Los Cachiros menciona a diputados, alcaldes, a un ex ministro de seguridad y al ex presidente Porfirio Lobo Sosa, y de una forma todavía confusa, también al presidente Juan Orlando Hernández. Sin embargo, uno de los nombres que genera una enorme preocupación es el del General Julián Pacheco Tinoco, actual ministro de seguridad.

La preocupación es mayor cuando nos damos cuenta que el General Pacheco ha fungido como director de Información Estratégica de las Fuerzas Armadas de Honduras y jugó un papel clave en las acciones de inteligencia durante el golpe de Estado.

Luego fue nombrado director de la Dirección Nacional de Investigación e Inteligencia (DNII), la cual es una estructura que responde directamente al Consejo Nacional de Defensa y Seguridad que, más que un espacio de coordinación de poderes, es un supra gobierno presidido por el presidente Hernández.

Dentro de la estructura de la DNII se encuentran unidades de seguimiento para búsqueda de información sobre extorsiones, sicariato, narcotráfico así como unidades relacionadas con la intervención de las comunicaciones y la investigación de casos emblemáticos o de impacto social.

Posteriormente fue nombrado por el presidente Hernández Secretario de Seguridad, es decir, el mayor responsable de garantizar la seguridad de la ciudadanía y de luchar contra la delincuencia común y el crimen organizado como el narcotráfico.

Hay dos asuntos que llaman mucho la atención: En primer lugar, el silencio de la Embajada de Estados Unidos en Honduras que por lo general es muy activa ante este tipo de cuestiones y el silencio del presidente Hernández que no se ha atrevido siquiera a defender a su ministro.

En segundo lugar, en un país democrático, cualquiera esperaría al menos dos cosas. Que el General Pacheco Tinoco renuncie para someterse a la justicia nacional o estadounidense con el fin de desvirtuar las acusaciones en su contra.

Y en caso contrario, que el Presidente de la República lo destituya porque no es posible mantener al frente de la Secretaría de Seguridad a un militar que está siendo señalado como protector de narcotraficantes.

Frente a ello, nuestra exigencia ciudadana es la inmediata renuncia o destitución del General Julián Pacheco Tinoco.

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