martes, 3 de octubre de 2017

La risa del general


Cuánta razón tiene el analista Víctor Meza cuando señala que la intervención y participación de las Fuerzas Armadas en la vida nacional “han sido una permanente pesadilla en la historia política contemporánea del país”.

Las Fuerzas Armadas han estado en los momentos más oscuros de nuestra historia y han detentando el poder real casi de manera ininterrumpida, permitiendo al bipartidismo un reducido margen de acción como aliados incondicionales en los golpes de Estado y los gobiernos militares.

También han sido fieles mandaderas de las órdenes estadounidenses y su falso patriotismo ha quedado evidenciado con la aplicación de la doctrina de seguridad nacional en los años 80 a través de la cual cometieron los más graves crímenes contra la humanidad.

En el año 2009, volvieron a demostrar su desprecio por la dignidad humana y los valores democráticos cuando dieron un golpe de Estado que laceró a la sociedad a punta de torturas, violaciones sexuales, detenciones ilegales masivas, cierres de medios de comunicación y ejecuciones arbitrarias.

Pese a estos antecedentes, lograron obtener un poder excesivo bajo la excusa de la lucha contra el narcotráfico, empero han sido incompetentes y cómplices para que las drogas pasen sin problemas por las fronteras que históricamente han estado bajo su control.

De la misma manera, los militares son cómplices del actual rompimiento del orden constitucional que implica la candidatura ilegal reeleccionista de Juan Orlando Hernández, frente a lo cual no solamente se llaman al silencio sino que se ríen y se burlan de la ciudadanía.

La periodista Sandra Maribel Sánchez le preguntó al general Fredy Díaz Zelaya, Ministro de Defensa por ley y ex jefe del Estado Mayor Conjunto, por qué no actúan constitucionalmente frente a la ilegalidad de la reelección. Su única respuesta fue una risa burlona y sarcástica.

La risa del general Díaz Zelaya nos confirma dos cosas.

Primero, que los militares se sienten machos y valientes cuando se trata de reprimir a una ciudadanía que exige el cumplimiento de los derechos y libertades, pero son sumisos y cobardes frente a los narcotraficantes, los corruptos y los violadores a la Constitución.

Segundo, que la actuación de los militares no puede comprenderse sin la soberbia que da el poder absoluto y la impunidad, y constituye una burla contra la dignidad de las personas asesinadas, torturadas, desaparecidas, detenidas ilegalmente y agredidas sexualmente por ellos.

No cabe duda que los militares son los principales enemigos de la democracia y los derechos humanos, y como ciudadanía tenemos la obligación de tomar seriamente el ejemplo de Costa Rica y erradicar la pesadilla que representa las Fuerzas Armadas.

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