martes, 18 de diciembre de 2018

Celebrando una utopía por la que hay que luchar

El día de ayer 10 de diciembre se celebró el 70º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que por su relevancia política y jurídica representa el parteaguas que marca el inicio de una nueva era caracterizada por la aceptación de que la protección de los derechos humanos ya no es más un asunto exclusivo de la competencia interna de los Estados, sino de toda la comunidad internacional.

Bajo el lema de “Defendamos la equidad, la justicia y la dignidad humana”, la Organización de Naciones Unidas ha organizado una campaña con el objetivo de reafirmar la idea de que dicho instrumento “es un compromiso con la dignidad y la justicia universales y no algo que se deba considerar un lujo o una aspiración”.

Sin embargo, Estados como el hondureño conducido por un gobierno autoritario ha agravado el hecho de que el ejercicio de los derechos contenidos en la Declaración Universal siga siendo un concepto vacío y una utopía lejos de alcanzar para millones de hondureños y hondureñas, especialmente en materia económica, social y cultural. 

Así, pese a que el régimen de Juan Orlando Hernández y su séquito se llenen la boca con el discurso de los derechos humanos, sus prácticas profundizan un modelo extractivista y de despojo que condena a millones de personas a la pobreza y a ser afectadas en ámbitos vitales para su desarrollo humano como el empleo, la salud, la educación y las oportunidades de participación social, económica y política. 

Por ello no es de extrañar que a pesar de la supuesta inversión de más de 4 mil millones de lempiras en el programa asistencialista “Vida mejor”, la pobreza aumentó de 65.7% en el año 2016 a 68.8% en el año 2017 y, de acuerdo con el Banco Mundial, se profundizó la desigualdad, convirtiendo a Honduras en el tercer país más desigual del mundo solo después de Sudáfrica y Haití.

Para superar esta grave crisis humanitaria que representa la pobreza y la desigualdad en Honduras, se requiere como primer paso el retorno al orden constitucional que pasa obligatoriamente por la renuncia de Juan Orlando Hernández instalado en el poder ejecutivo de manera ilegal y violenta. 

A partir de ahí, se deben adoptar todas las medidas que sean necesarias para que se cumpla el mandato constitucional de que sea la persona humana el fin supremo de la sociedad y el Estado, a través de asegurar a los hondureños y hondureñas “el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social” como lo ordena el artículo 1 de nuestra Constitución nacional.


Fuente:  http://wp.radioprogresohn.net/celebrando-una-utopia-por-la-que-hay-que-luchar/

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