miércoles, 17 de agosto de 2011

Candidatura ilegítima de un golpista

A inicios de 1990, el general guatemalteco José Efraín Ríos Montt fue postulado por varios partidos para ser candidato presidencial en Guatemala. No obstante, las autoridades electorales y judiciales consideraron que su candidatura era contraria a la legislación nacional e internacional.

Ante dicha limitación, el general Ríos Montt presentó una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por considerar que se violentaban sus derechos al no permitirle participar en las elecciones como candidato a la presidencia bajo el argumento de haber participado en un golpe de Estado.

En su decisión, la Comisión Interamericana decidió que era razonable la prohibición a ser electo como presidente a un militar que había participado en una sonada golpista, ya que en virtud del Tratado General de Paz y Amistad, celebrado entre los 5 países centroamericanos, se han consolidado unos principios de rechazo a la ruptura del orden constitucional y de inhabilitación de sus líderes para los altos cargos de un país.

En este sentido, la prohibición de que un militar golpista se postule a candidato presidencial resulta necesaria para la consolidación democrática y para proteger al sistema democrático en la región, ya que desde el momento en que un ciudadano elige apoyar el quebrantamiento del orden constitucional, demuestra su desprecio por los valores de la democracia.

Al igual que Ríos Montt, el general Romeo Vásquez Velásquez ha señalado que tiene interés en ser el candidato presidencial del llamado “Frente Patriótico Nacional” para participar en las elecciones generales de 2013. Evidentemente, con la ausencia y el secuestro de la institucionalidad por el golpismo su inscripción como candidato puede ser un asunto fácil.

Sin embargo, no debería olvidar el general que el haber elegido ser un golpista es una razón suficiente para no tener derecho a competir por el poder democrático porque su conducta violenta y transgresora repudia la libertad de todos, y aquellos que soñamos con una Honduras democrática, no descansaremos hasta lograr que un día no muy lejano las instituciones públicas sean libres de corruptos y de violadores a los derechos humanos como él.

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