miércoles, 27 de junio de 2012

Honduras destaca en el mundo por la violencia contra la libertad de expresión


Uno de los problemas más graves que enfrenta América Latina son las constantes amenazas, agresiones y asesinatos en contra de los comunicadores y comunicadoras sociales, lo cual ha convertido el ejercicio del periodismo en una de las profesiones más peligrosas en nuestra región. 

Pero esta situación no solamente constituye una violación directa de sus derechos a la vida y a la integridad física, sino también un violento ataque a la libertad de expresión, ya que produce un efecto paralizante en la sociedad al enviar un mensaje intimidatorio a quienes informan para que se autocensuren o manejen “con cuidado” cierta información, lo que en suma significa una violación del derecho de la sociedad a acceder libremente a la información.

Frente a la gravedad de esta situación no es de extrañar que recientemente otro organismo internacional mostrara su preocupación al respecto; así, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, expresó en su discurso de apertura de la 20 sesión ordinaria del Consejo de Derechos Humanos, su alarma por el drástico incremento de la violencia contra los periodistas en América Latina.

Como ya es costumbre, el nombre de Honduras volvió a relucir cuando se trata de violaciones a derechos humanos, pues la Alta Comisionada manifestó su mayor preocupación por lo que sucede en nuestro país debido al asesinato de varios periodistas y otras agresiones en su contra en los últimos meses.

Sin ninguna duda, el Estado hondureño es responsable directa e indirectamente de las amenazas, agresiones y muertes que sufren los comunicadores y comunicadoras sociales; de forma directa cuando sus agentes violentan los derechos de estas personas, como sucedió particularmente en el contexto del golpe de Estado; y de forma indirecta cuando no investiga seriamente los hechos y cuando no protege efectivamente a los periodistas en riesgo.

Si la impunidad sigue cubriendo este tipo de hechos, jamás podremos sentar las bases para construir democráticamente el país, ya que una prensa independiente y crítica, libre del miedo y la censura, constituye un elemento fundamental para la vigencia de los derechos humanos que integran el sistema democrático y el Estado de derecho.

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