Finalmente,
el Fiscal General Luis Rubí y el Fiscal General Adjunto Roy Urtecho, tuvieron
la poca vergüenza que les quedaba para aceptar obligadamente renunciar de sus
cargos después de ser interpelados en el Congreso Nacional y confirmar lo que
la sociedad en su conjunto ya sabía: Que el Ministerio Público se ha convertido
en un nido de corrupción, incompetencia e ineficiencia.
Ante esta
situación, el Ministerio Público quedará bajo la dirección única de la Comisión
Interventora a la que se la ha ampliado el plazo original de su actuación y que
durante su gestión reconocemos ha realizado dos movimientos simbólicos en dos
de las fiscalías especiales más importantes: La Fiscalía Especial de Lucha
contra la Corrupción y la Fiscalía Especial de Derechos Humanos, en las que
cuales ha nombrado a dos fiscales con demostrado compromiso con la ciudadanía.
Sin embargo,
con la renuncia del fiscal general y su adjunto se presentan varios escenarios
que pueden definir el camino que seguirá el Ministerio Público en los próximos
años. En primer lugar, que el Congreso Nacional extienda el plazo de la
Comisión Interventora hasta marzo de 2014 que es cuando finalizaba el período
ordinario de los fiscales “renunciados”.
En segundo
lugar, que el Congreso Nacional nombre a un fiscal y su adjunto para finalizar
el período de Rubí y Urtecho; y en tercer lugar, adelantar la elección de las
autoridades del Ministerio Público. Evidentemente estas dos últimas son
altamente peligrosas teniendo en cuenta que en el congreso hay una mayoría
clara del oficialismo y sería muy fácil nombrar a personas cercanas a su
entorno para cerrar el control de todo el sistema de justicia.
Y aunque la
extensión del plazo de la Comisión Interventora tampoco es ideal, al menos
podría darnos más tiempo a la sociedad civil para preparar una estrategia que
nos garantice las condiciones mínimas para incidir en la elección del próximo
fiscal y su adjunto bajo los parámetros de idoneidad, capacidad, tecnicidad,
independencia y transparencia.
El proceso positivo de elección de la fiscal Claudia Paz y Paz en
Guatemala debería servirnos de espejo para tener un poco de esperanza y
optimismo.
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