jueves, 3 de octubre de 2013

El peligro del Gran Hermano



Uno de los efectos directos de la crisis del sistema de seguridad en Honduras es la creación de nuevas instancias que sustituyen temporal o permanentemente las viejas instancias que han sido permeadas por la corrupción y el crimen.
De esta manera, se ha intentado un proceso de depuración policial que, aunque errático y lento, ha provocado un cisma dentro de la Policía Nacional que posiblemente esté siendo aprovechado por algunos sectores para debilitarla y fortalecer nuevos espacios e instituciones con tintes peligrosamente autoritarios.
La creación de la Dirección Nacional de Investigación y Defensa es un ejemplo de lo anterior, pues se constituyó como una estructura independiente de otros ministerios e instituciones con el objetivo de recabar y ofrecer información precisa y confidencial a los titulares de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial antes de tomar decisiones en materia de represión del crimen.
Hasta el momento, esta nueva dirección cuenta con 200 agentes, en su mayoría jóvenes, el 80% con títulos universitarios y que nunca han tenido un empleo. Son capacitados en la recién creada Escuela de Inteligencia y se planea que para el próximo año cuente con 700 agentes y para el 2015 con 1000.
Dentro de esta estructura se encuentran unidades de seguimiento para búsqueda de información sobre extorsiones, sicariato, narcotráfico así como unidades relacionadas con la intervención de las comunicaciones y la investigación de casos emblemáticos o de impacto social.
En pocas palabras, la Dirección Nacional de Investigación y Defensa ha asumido muchas funciones de los aparatos policiales en crisis pero no existe un verdadero control sobre la información recabada pues toda la discrecionalidad recae en su director, el general Julián Pacheco Tinoco, quien responde directamente al presidente de la República.
Por tanto, nos encontramos ante una estructura que escucha, ve, interviene, da seguimiento y utiliza información de cualquier ciudadano sin que existan verdaderos y efectivos controles judiciales, con lo cual, ante el descalabro institucional en materia de seguridad, se está creando una nueva institución que peligrosamente puede convertirse en un autoritario “Gran Hermano”, un ojo estatal que vigila y conoce cada movimiento de la ciudadanía.

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