De acuerdo con el monitoreo de medios de comunicación realizado por el Foro de Mujeres por la Vida, en los primeros 16 días del mes de enero habían sido asesinadas 13 mujeres, de las cuales el 85% eran jóvenes y en su mayoría previamente habían sido raptadas, agredidas sexualmente y torturadas.
En otras palabras, prácticamente se asesina a una mujer cada día y, teniendo en cuenta los antecedentes, es muy probable que estas víctimas también se entierren en el macabro cementerio de la impunidad, pues de los 2300 femicidios que hubo entre 2013 y 2017, solo 29 se investigaron y apenas 1 terminó en condena.
Debemos reconocer que los femicidios son solo una de las expresiones más sangrientas de las diversas violencias visibles e invisibles que sufren las mujeres diariamente, y que son normalizadas bajo estereotipos de género que promueven la desigualdad y que son enseñados en la casa, la escuela, la iglesia y la sociedad.
Por su parte, cuando los medios de comunicación informan sobre las muertes violentas de mujeres, en vez de plantear una reflexión seria sobre el modelo patriarcal y machista que las genera, utilizan las noticias para revictimizarlas o crear morbo, y culparlas por la forma de vestirse o las horas y lugares a los que salían.
Lo peor de todo es que pareciera que los femicidios son un asunto exclusivo de las mujeres y sus organizaciones, cuando debería ser declarado como una cuestión de emergencia nacional por parte del Estado y condenado por la sociedad, particularmente por los hombres con un discurso igualitario.
Como señala la feminista española María Martín Barranco, no es suficiente que los hombres recurran permanentemente a la excusa de que “no todos los hombres son malos”, sino que es necesario aislar y señalar a los que sí lo son.
Es imperativo que el Estado y la sociedad detectemos y desmontemos las estructuras materiales y simbólicas que reproducen hombres machos y violentos antes que discrimen, abusen, violen, maltraten y maten. No podemos esperar hasta la siguiente mujer asesinada. 13 femicidios en 16 días es un escándalo grave e inadmisible que refleja la inexistencia de una sociedad civilizada.
En otras palabras, prácticamente se asesina a una mujer cada día y, teniendo en cuenta los antecedentes, es muy probable que estas víctimas también se entierren en el macabro cementerio de la impunidad, pues de los 2300 femicidios que hubo entre 2013 y 2017, solo 29 se investigaron y apenas 1 terminó en condena.
Debemos reconocer que los femicidios son solo una de las expresiones más sangrientas de las diversas violencias visibles e invisibles que sufren las mujeres diariamente, y que son normalizadas bajo estereotipos de género que promueven la desigualdad y que son enseñados en la casa, la escuela, la iglesia y la sociedad.
Por su parte, cuando los medios de comunicación informan sobre las muertes violentas de mujeres, en vez de plantear una reflexión seria sobre el modelo patriarcal y machista que las genera, utilizan las noticias para revictimizarlas o crear morbo, y culparlas por la forma de vestirse o las horas y lugares a los que salían.
Lo peor de todo es que pareciera que los femicidios son un asunto exclusivo de las mujeres y sus organizaciones, cuando debería ser declarado como una cuestión de emergencia nacional por parte del Estado y condenado por la sociedad, particularmente por los hombres con un discurso igualitario.
Como señala la feminista española María Martín Barranco, no es suficiente que los hombres recurran permanentemente a la excusa de que “no todos los hombres son malos”, sino que es necesario aislar y señalar a los que sí lo son.
Es imperativo que el Estado y la sociedad detectemos y desmontemos las estructuras materiales y simbólicas que reproducen hombres machos y violentos antes que discrimen, abusen, violen, maltraten y maten. No podemos esperar hasta la siguiente mujer asesinada. 13 femicidios en 16 días es un escándalo grave e inadmisible que refleja la inexistencia de una sociedad civilizada.
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