El régimen militar de Juan Orlando Hernández ya no esconde su verdadera cara dictatorial. Así lo evidenció un equipo de Amnistía Internacional que visitó el país en respuesta a la preocupación internacional que genera la violencia armada en contra de las manifestaciones ciudadanas.
De acuerdo con esta organización internacional, el régimen hondureño ha emprendido una política de represión en contra de quienes protestan en las calles exigiendo su renuncia y las acciones de las fuerzas militares han dejado un saldo profundamente preocupante para los derechos humanos.
Como lo señala Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, el mensaje del régimen es muy claro: “gritar ‘fuera JOH’ y exigir un cambio puede pagarse muy caro. Al menos seis personas han fallecido en el contexto de protestas y decenas han resultado heridas, en muchas ocasiones por disparos de armas de fuego a manos de las fuerzas de seguridad desde el inicio de esta oleada de manifestaciones”.
Amnistía Internacional constató que las fuerzas de seguridad han utilizado armas de fuego y han usado de forma indiscriminada armas menos letales, como gases lacrimógenos o balas de goma, provocando lesiones en decenas de personas; a su vez, ratificó que la impunidad sigue siendo endémica “cuando se trata de violaciones de derechos humanos, lo cual favorece su repetición”.
En este sentido, el sistema de justicia está demostrando una vez más que las violaciones de derechos humanos en el contexto de protestas continúan sin ser debidamente investigadas ni las personas responsables llevadas ante la justicia. Para Amnistía Internacional, los recientes hechos dejan al descubierto como la impunidad es una constante que promueve la repetición de graves abusos.
Este nuevo informe de Amnistía Internacional refleja dos cosas: Primero, que existe una política de Estado para aplastar las protestas ciudadanas en donde los militares juegan un papel esencial; y segundo, la hipocresía y silencio cómplice de Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea frente a la grave situación de los derechos humanos en Honduras.
Frente a un régimen dictatorial que asesina, tortura, detiene ilegalmente, censura y se roba nuestro futuro no caben posiciones tibias y de silencio. Este es un asunto de democracia y dictadura. La posición que se asuma frente a lo que pasa nos define y evidencia nuestro verdadero compromiso con el país. Usted decide de qué lado está.
De acuerdo con esta organización internacional, el régimen hondureño ha emprendido una política de represión en contra de quienes protestan en las calles exigiendo su renuncia y las acciones de las fuerzas militares han dejado un saldo profundamente preocupante para los derechos humanos.
Como lo señala Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, el mensaje del régimen es muy claro: “gritar ‘fuera JOH’ y exigir un cambio puede pagarse muy caro. Al menos seis personas han fallecido en el contexto de protestas y decenas han resultado heridas, en muchas ocasiones por disparos de armas de fuego a manos de las fuerzas de seguridad desde el inicio de esta oleada de manifestaciones”.
Amnistía Internacional constató que las fuerzas de seguridad han utilizado armas de fuego y han usado de forma indiscriminada armas menos letales, como gases lacrimógenos o balas de goma, provocando lesiones en decenas de personas; a su vez, ratificó que la impunidad sigue siendo endémica “cuando se trata de violaciones de derechos humanos, lo cual favorece su repetición”.
En este sentido, el sistema de justicia está demostrando una vez más que las violaciones de derechos humanos en el contexto de protestas continúan sin ser debidamente investigadas ni las personas responsables llevadas ante la justicia. Para Amnistía Internacional, los recientes hechos dejan al descubierto como la impunidad es una constante que promueve la repetición de graves abusos.
Este nuevo informe de Amnistía Internacional refleja dos cosas: Primero, que existe una política de Estado para aplastar las protestas ciudadanas en donde los militares juegan un papel esencial; y segundo, la hipocresía y silencio cómplice de Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea frente a la grave situación de los derechos humanos en Honduras.
Frente a un régimen dictatorial que asesina, tortura, detiene ilegalmente, censura y se roba nuestro futuro no caben posiciones tibias y de silencio. Este es un asunto de democracia y dictadura. La posición que se asuma frente a lo que pasa nos define y evidencia nuestro verdadero compromiso con el país. Usted decide de qué lado está.
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