Los sectores golpistas están a punto de lograr su objetivo de llevar a cabo las elecciones generales; a través de ellas pretenden consolidar el golpe de Estado cívico-militar y hacer creer al pueblo hondureño y a la comunidad internacional que a partir del 29 de noviembre habrá borrón y cuenta nueva.
Quienes dieron el golpe de Estado creen e intentan hacer creer que las elecciones son la fórmula mágica para salir de la crisis política que ellos mismos han provocado y como controlan a todas las instituciones del sistema de justicia, se sienten seguros de que los actos delictivos que han cometido quedarán en la impunidad y enterrados bajo la sombra del proceso electoral.
Sin embargo, los altos responsables del gobierno de facto y de las fuerzas militares y policiales están demostrando una total ignorancia de los compromisos internacionales asumidos por el Estado hondureño en relación con los derechos humanos, no solamente porque han cometido violaciones graves y sistemáticas de los derechos de gran parte de la población, sino también porque no han medido las consecuencias que tendrá para ellos la activación de la justicia penal internacional.
Posiblemente el sistema judicial hondureño continuará dando la espalda a las víctimas de los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el gobierno de facto, pero de acuerdo con el derecho penal internacional y el principio de justicia universal, cuando un Estado como el hondureño no tiene la capacidad o la voluntad de juzgar y sancionar a los responsables de tales crímenes, se activan otras instancias como la Corte Penal Internacional a donde las víctimas pueden acudir.
No deben olvidar los golpistas que los crímenes que han cometido jamás prescriben y por tanto, no importa cuánto tiempo pase porque tarde o temprano serán perseguidos y juzgados por los asesinatos, las torturas, las violaciones, las detenciones ilegales y la persecución política que han cometido contra un pueblo que está luchando por la democracia. Pinochet, Videla, Fujimori, entre otros, son claros ejemplos de que la impunidad está perdiendo la batalla frente a la justicia.
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