jueves, 28 de enero de 2010

¿Elecciones libres bajo un gobierno de facto?

Todos los sectores que apoyan el golpe de Estado han iniciado una campaña sistemática para hacernos creer que las elecciones generales del próximo 29 de noviembre son la salida a la crisis que ellos mismos han provocado con el golpe de Estado. Tratan de convencernos que serán unas elecciones libres y justas, y que a partir de la toma de posesión del nuevo gobierno la crisis actual será un asunto del pasado.

Sin embargo, hablar de elecciones democráticas bajo un gobierno de facto es ignorar que para ello es imperativo la existencia de unas condiciones que garanticen el respeto de los derechos humanos y un régimen de libertades públicas que asegure permanentemente las libertades de pensamiento, de información, de expresión, de organización, de petición, de manifestación pacífica, etc., como elementos esenciales de la democracia participativa.

Los informes de las distintas misiones internacionales de derechos humanos, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de las organizaciones nacionales son contundentes al ratificar que en Honduras se están produciendo violaciones graves y sistemáticas a los derechos humanos de la población; a su vez, el máximo organismo de derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos, ha expresado su preocupación por esta situación y ha condenado tales violaciones, y en este sentido, ha enviado al país una misión internacional del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos para elaborar un informe al respecto.

Por tanto, estas elecciones promovidas por el gobierno de facto no reúnen uno de los requisitos fundamentales para que puedan ser catalogadas libres y justas, es decir, no se están respetando ni garantizando los derechos humanos de la población, y en este punto la comunidad internacional ha sido categórica: el gobierno que salga de estas elecciones no será reconocido. Así las cosas, el empecinamiento de llevar a cabo el proceso electoral sin el retorno a la constitucionalidad sólo profundizará la crisis que nos está llevando al abismo de un futuro incierto.

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