lunes, 16 de julio de 2012

Noticias que alientan la larga lucha contra la impunidad


La semana pasada, el Tribunal Supremo italiano confirmó las penas de inhabilitación y cárcel dictadas a los miembros de la cúpula policial por la violencia empleada por agentes policiales contra algunos manifestantes que dormían en una escuela durante la reunión del G-8 celebrada en Génova en el año 2001. De acuerdo a los hechos, la policía irrumpió en el centro y detuvo a 93 personas, de las cuales 62 tuvieron que ser atendidas en urgencias y 28 fueron hospitalizadas.

Al mismo tiempo, la justicia argentina condenó al ex dictador Jorge Rafael Videla a 50 años de cárcel por el robo de bebés dentro de un plan sistemático ejecutado durante la última dictadura militar en Argentina. Del mismo modo, el último presidente de la dictadura, Reynaldo Bignone, fue condenado a 15 años, el ex almirante Antonio Vañek fue sentenciado a 40 años, el ex capitán de fragata Jorge Eduardo Acosta fue condenado a 30 años y el ex general Omar Riveros, a 20 años.

Esta semana, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia reanudó el juicio contra el exlíder militar serbobosnio, Ratko Mladic, acusado de crímenes de guerra y lesa humanidad durante la guerra de Bosnia entre 1992-1995; particularmente Mladic está acusado del genocidio de casi ocho mil musulmanes varones en el enclave de Srebrenica en 1995, que entonces estaba supuestamente protegido por los “cascos azules” holandeses de las Naciones Unidas.

Aunque en Honduras los criminales de los años 80 y del golpe de Estado siguen siendo tratados como héroes, nombrados en cargos importantes dentro del actual gobierno y sobreseídos por el remedo de justicia que tenemos, los ejemplos anteriores son un signo de esperanza que tarde o temprano los violadores de derechos humanos y sus encubridores tendrán que pagar por sus delitos.

Evidentemente, los operadores de justicia que abandonaron su papel de garantes de la legalidad constitucional, al tolerar por acción u omisión las acciones de los violentos, son encubridores y corresponsables de tales crímenes, ya que “dejar pasar el delito es tanto como extenderlo en la práctica”.

Por ello, es imperativo que desde la sociedad se construya una articulación consistente que exija e impulse una profunda evaluación, depuración y restructuración del sistema de justicia, pues tal y como lo señaló la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, “el día que el Poder Judicial ampare a todos los ciudadanos con la misma eficacia que lo hizo con el general [Romeo Vásquez Velásquez], se alcanzará a ver el fin de la impunidad en Honduras”.

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