martes, 24 de noviembre de 2015

Responsabilidad internacional y el papel de la Procuraduría General de la República

Los altos responsables del Poder Judicial que destituyeron ilegalmente a los jueces López Lone, Chévez de la Rocha y Barrios Maldonado, y a la magistrada Flores Lanza, son los responsables directos de la sentencia recaída contra el Estado de Honduras por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

De acuerdo con la resolución de este tribunal internacional, la Corte Suprema de Justicia inició procesos disciplinarios contra los jueces y la magistrada debido a que realizaron actuaciones en contra del golpe de Estado y a favor de la democracia, las cuales no solamente correspondieron al ejercicio de un derecho sino también al cumplimiento del deber de defender la democracia.

Para la Corte Interamericana los procesos disciplinarios que concluyeron con la destitución de los jueces y la magistrada constituyeron una violación de su libertad de expresión, derecho de reunión, libertad de asociación y derechos políticos.

También constituyeron una violación a las garantías judiciales y el derecho a permanecer en sus cargos en condiciones de igualdad, ya que los procedimientos disciplinarios no estaban establecidos en la ley; el Consejo de la Carrera Judicial era incompetente y sin independencia para resolver recursos contra las destituciones; y la Corte Suprema de Justicia no era imparcial para pronunciarse sobre las supuestas faltas de las víctimas.

De esta sentencia se deriva claramente que los magistrados y magistradas de la Corte Suprema de Justicia son los principales responsables de provocar la responsabilidad internacional del Estado.

Por tanto, la Procuraduría General de la República, a través del abogado Abraham Alvarenga, tiene la obligación constitucional de demandarlos, vía acción de repetición, para que paguen con sus patrimonios las implicaciones económicas que tienen para el Estado las ilegalidades cometidas en este y otros casos.

Como lo señala el doctor Edmundo Orellana, “no cumplir con este mandato constitucional, convierte a la Procuraduría General de la República, que es la responsable de actuar en este caso, en cómplice de estas ilegalidades”.

La pelota está en el campo del procurador Alvarenga, a quien se le presenta la oportunidad para demostrar si está en su cargo para cumplir o no con la Constitución y las leyes.

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