miércoles, 12 de septiembre de 2012

Extranjeros en nuestro propio territorio


Nuestra mancillada Constitución de la República establece en su artículo 2 que “la soberanía corresponde al pueblo’, que ‘la suplantación de la soberanía popular’ se considera traición a la Patria y que la responsabilidad por este delito es imprescriptible, es decir, que puede ser deducida en cualquier momento sin límite en el tiempo.

Por su parte, el artículo 13 constitucional señala que el dominio del Estado hondureño sobre el territorio nacional es inalienable e imprescriptible, en otras palabras, que no se puede enajenar, transmitir, ceder ni vender.

La Ley del Estatuto Constitucional de la Red Especiales de Desarrollo, conocidas como las Ciudades Modelo, aparece en total contradicción con lo que dispone la Carta Suprema de la nación, ya que, entre otras cosas, estas “ciudades” serán territorios autónomos, con su propio poder judicial, podrán imponer sus propios impuestos, tendrán sus propios autoridades, adoptarán y aplicarán sus propias leyes, y podrán firmar convenios y tratados como si fueran Estados independientes.

Además de la evidente violación a la soberanía nacional, con la implementación de las ciudades modelo se violarán derechos humanos fundamentales reconocidos por la Constitución hondureña y los tratados internacionales, entre ellos, el derecho a la igualdad y el derecho a circular libremente por cualquier parte del territorio nacional.

En otras palabras, en el territorio hondureño se pretenden crear pequeños Estados en los que sólo vivirán aquellas personas que las autoridades de los mismos consideren “idóneas” y con el peligro de expulsar de sus territorios a quienes tengan la desgracia de vivir actualmente donde los vende patria del congreso y del ejecutivo han decidido consumar esta grave afrenta a la dignidad nacional.

Frente a la grave situación de miedo que provoca la pobreza y la violencia, los hondureños y hondureñas ya no sólo seremos extranjeros en el tortuoso camino centroamericano y mexicano que nos lleva a arriesgarnos a vivir en la ilegalidad del norte, sino también en nuestra propia tierra en donde la exclusión existente se profundizará con una nueva clase de ciudadanos y ciudadanas “modelos” que viven en las “ciudades privadas”, y el resto que no podrá acceder a ellas.

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