La democracia es un
derecho humano de naturaleza colectiva y procesal en el que los
derechos políticos juegan un papel esencial para asegurar la participación de
todos los miembros de la sociedad.
En el marco de los
derechos políticos los ciudadanos y ciudadanas tenemos el derecho al ejercicio
directo del poder y el derecho a elegir a quienes deben ejercerlo, y a que
éstos terminen su mandato.
Ambos aspectos
suponen una concepción amplia de la democracia representativa que descansa en
la soberanía del pueblo, en la que las funciones a través de las cuales se
ejerce el poder son desempeñadas por personas escogidas en elecciones libres y
auténticas.
En ese sentido, los derechos
a elegir y ser electo representan la expresión de las dimensiones individual y
social de la participación política. La primera supone que los ciudadanos
pueden postularse como candidatos en condiciones de igualdad y que puedan
ocupar los cargos públicos sujetos a elección si logran obtener la necesaria
cantidad de votos para ello.
Y la segunda implica
que los ciudadanos pueden elegir libremente y en condiciones de igualdad a
quienes lo representarán a través del voto. Por tanto, formar parte del
gobierno y participar en elecciones genuinas, libres y mediante el voto
secreto, es un derecho fundamental para la salvaguardia de todos los derechos
humanos.
Sólo un gobierno
surgido de la legítima voluntad popular, expresada en elecciones libres, puede
proporcionar la más sólida garantía de que los derechos humanos sean observados
y protegidos.
Por ello es que la
situación de los derechos humanos se ha deteriorado rápidamente desde el golpe
de Estado y tanto el gobierno de facto
como el actual, carentes de legitimidad, se han caracterizado por el imperio de
la violencia contra los más vulnerables y contra cualquier atisbo de
disidencia.
Las elecciones
primarias han ratificado que todo el sistema electoral está diseñado para
violentar no sólo el derecho humano a la democracia como un bien colectivo,
sino también el derecho individual de cada hondureño y hondureña a que su voto
no sea condenado al fraude y al manoseo de la clase política corrupta y sin
escrúpulos.
Si de aquí a las
elecciones generales no hay cambios profundos en este sistema, no esperemos que
por arte de magia los corruptos permitirán que el voto sea realmente la
expresión de la voluntad popular.
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