martes, 24 de junio de 2014

La muerte violenta desgarra a la población estudiantil



El 11 de junio fue decretado el “Día del Estudiante” por Acuerdo Gobernativo del 28 de Mayo de 1922, en homenaje al nacimiento de José Trinidad Reyes quien estaba convencido de que las bases del desarrollo de un pueblo son la educación y la cultura. En ese sentido, fue fundador y primer rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Esa misma casa de estudios acaba de publicar a través del  Observatorio de la Violencia, un boletín especial sobre muertes violentas de estudiantes de enero de 2010 a mayo de 2014, en el cual evidencia que estudiantes de educación primaria, media y universitaria son de las víctimas más vulnerables de la violencia y la criminalidad.

Si desde sus tiempos José Trinidad Reyes sabía que la niñez y la juventud son los principales activos de una sociedad, ¿qué pensaría si supiera que en Honduras ser joven o niño es el principal factor de riesgo para ser víctima de la violencia?

Por ello, no se puede ignorar que además de los graves problemas en el acceso a la educación de calidad para millones de niños y jóvenes en el país, la celebración del día del estudiante está marcada por la muerte violenta de 765 muertes de estudiantes.

383 de ellos son estudiantes de educación media, 112 son estudiantes de educación superior, 64 son estudiantes de educación primaria y 205 que eran estudiantes pero sin conocerse el nivel educativo que cursaban.

Con estos datos, ¿acaso es posible celebrar el día del estudiante cuando la muerte violenta sigue enlutando a las familias hondureñas y truncando el futuro de nuestra niñez y juventud?

Como sociedad no podemos seguir pasivos ante una realidad que nos arrebata violentamente a quienes se presume son el futuro de Honduras. 

Los responsables directos no son sólo aquellos que empuñan las armas sino también aquellos que desde los puestos de gobierno toman decisiones equivocadas con respecto a la seguridad ciudadana ya que siguen pensando, a pesar del fracaso demostrado, que la militarización y las acciones de mano dura son la única salida.

No podemos permitir que los gobernantes sigan ignorando intencionalmente que no habrá seguridad ciudadana sino se crean las condiciones para la existencia de seguridad humana, relacionada con el acceso a la salud, al empleo, a la educación, a la vivienda, en resumen, a la vida digna.  

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