martes, 19 de octubre de 2010

Dos premios contra la impunidad

Esta semana se entregan dos de los premios internacionales más importantes en materia de derechos humanos: El premio Letelier-Moffit, otorgado por el Instituto de Estudios Políticos de Washington y el premio Hans Litten otorgado por la Asociación de Juristas Demócratas de Alemania.

El Premio Letelier-Moffit fue otorgado a la Plataforma de Derechos Humanos de Honduras integrada por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH), el Comité por la Defensa de los Derechos Humanos (CODEH), el Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CIPRODEH), el Centro para la Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Víctimas de la Tortura y sus Familiares (CPTRT), el Centro de Derechos de Mujeres (CDM), y FIAN de Honduras.

La Plataforma se hizo de este reconocimiento por su labor fundamental en la protección de los derechos humanos a partir del golpe de Estado y en la denuncia de los asesinatos, torturas, cierres de medios de comunicación, allanamientos y detenciones ilegales cometidos por el ejército y la policía.

El Premio Hans Litten fue otorgado a la magistrada Tirza Flores y la Asociación de Jueces por la Democracia por su lucha por la independencia judicial y una justicia democrática y transparente después del golpe de Estado. A esta asociación pertenecen los jueces destituidos ilegalmente Ramón Barrios, Guillermo López Lone y Luis Chévez de la Rocha.

Estos importantes premios concedidos a las organizaciones y personas mencionadas representan un reconocimiento a quienes aún a costa de sus vidas, su integridad y sus trabajos, mantuvieron una posición firme y digna en la defensa y protección de los derechos humanos ante la inoperancia y corrupción de instituciones estatales como el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos.

Al mismo tiempo, estos premios ratifican que todas las instituciones del Estado del sector justicia han colapsado y que abiertamente se han puesto al servicio de los poderes políticos, militares y económicos que promovieron el golpe de Estado, por lo que han sido los propios hondureños y hondureñas y sus organizaciones quienes han sumido el rol fundamental de luchar por la democratización del país y por la construcción de nuevas instituciones y de una sociedad más justa y solidaria.

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