Durante su 146º Período
de Sesiones, la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos celebró un número importante de audiencias y reuniones de
trabajo para obtener mayor información sobre la situación de los derechos
humanos en el continente americano.
En relación con Honduras, se realizaron tres audiencias en las que se
denunció el alto número de homicidios de personas pertenecientes a la comunidad
Lésbica, gay, Transexual y bisexual, y la impunidad que rodea sus muertes,
especialmente a partir del golpe de Estado frente al cual este grupo de
población se opuso decididamente.
También se denunció la falta de independencia judicial que debilita el
sistema democrático, propicia un estado general de impunidad respecto de las
violaciones a derechos humanos y deja a las víctimas y a la población en
general en una situación de total indefensión y vulnerabilidad.
A su vez, se denunció la impunidad de aquellos que desde el Estado y otros
sectores del poder fáctico, asesinan, amenazan y atentan contra la vida e
integridad de cualquier personas que tenga la valentía de ejercer su derecho a
la libertad de expresión.
Como de costumbre, los representantes del Estado intentaron defender lo
indefendible y en vez de admitir responsablemente que la realidad en Honduras
se ha complicado más por la inoperancia e ineficiencia de las autoridades, se
atrevieron incluso a culpar a las propias víctimas de su situación.
Mientras los
representantes estatales hacían malabares inútiles para intentar justificar la
impunidad y la ineficacia del sistema de justicia, la sangre siguió tiñendo de
dolor a más familias hondureñas, en particular a dos miembros del partido Libre
y a tres campesinos del Aguán que fueron cobardemente asesinados.