jueves, 9 de marzo de 2023

Discurso de aceptación de Doctorado Honoris Causa en Humanidades

 




Señor rector; autoridades universitarias; profesorado y alumnado; compañeras, familiares y amistades; personas invitadas:

Quienes me conocen saben bien que me cuesta mucho desenvolverme en medio de los protocolos y en situaciones en las que debo ser el centro de atención. Pese a ello, quiero confesar que me encuentro conmovido, emocionado y agradecido por el gran honor que el día de hoy me ha conferido la primera institución de educación superior privada en Honduras, la Universidad José Cecilio del Valle.

Particularmente, reitero mi gratitud al Consejo Académico y a mi querida amiga y colega Ana Alejandrina Pineda Hernández, docente de este claustro, que han intervenido en la propuesta y aprobación de este reconocimiento del que soy objeto.

Quiero aprovechar este momento para compartir con ustedes que esta distinción me hace reflexionar sobre tres cuestiones que considero importantes:

La primera cuestión tiene que ver con el modo en que concebimos el mérito, pues es muy fácil caer en la trampa de lo que Michael Sandel llama “la soberbia meritocrática” en el sentido de creer que he llegado hasta aquí por mí mismo, olvidando lo mucho que me ha ayudado la fortuna y la buena suerte:

1.      De haber nacido en una familia donde el estudio ha sido una prioridad para mi madre, Norma, y mi padre, Joaquín, ambos maestros en el sistema de educación pública.

2.      De haber recibido de la naturaleza una serie de dones y aptitudes que he intentado aprovechar al máximo a través del esfuerzo y la disciplina.

3.      De haber contado con el apoyo incondicional de Yolanda González Cerdeira, amiga, compañera y madre de mi hija Sara, para alcanzar mis metas académicas, particularmente mis estudios de maestría y doctorado en la Universidad Carlos III de Madrid y en la Universidad Complutense de Madrid.

4.      De haber encontrado a tres personas que, quizá sin saberlo, han sido fundamentales en mi formación como investigador: Ricardo García Manrique, Isolda Arita y Marvin Barahona.

5.      De haber sido acogido por mi familia de Radio Progreso y del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC-SJ) en donde me he consolidado como investigador y he tenido la oportunidad de realizar aportes al país y la región desde el estudio de los derechos humanos. Puedo decir con mucho orgullo que soy lo que soy debido al ERIC-SJ. Gracias Ismael Moreno, por tanto.

6.      De haber recibido el enorme apoyo de Abogados sin Fronteras Canadá, a través de su director de país, Lucas Valderas, para que mi amiga y compañera Claudia Herrmannsdorfer y yo, hayamos concretado el sueño de contar con un valioso Equipo Jurídico por los Derechos Humanos desde donde hacemos litigio estratégico. 

7.      De haber coincidido en este camino con mi pareja Lidia Cálix, donde no solo construimos y compartimos proyectos académicos, sino también un proyecto de vida que está siendo maravilloso, pues está basado en la horizontalidad que solo es posible en el marco de un amor compañero.

8.      De haber sido aceptado como uno más en la Mesa Ciudadana, toda una escuela de aprendizaje donde la diversidad ideológica es vista como riqueza y las diferencias políticas se supeditan a las propuestas orientadas al bien común y a los intereses del país.

La segunda cuestión tiene que ver con el refrán de origen bíblico de que “nadie es profeta en su propia tierra”. A pesar de que la docencia me apasiona, yo no estoy vinculado a ninguna universidad en Honduras, pero desde el año 2012 me convertí en profesor invitado de la Facultad de Jurisprudencia y de la Academia Interamericana de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Gracias a ello México me acogió con los brazos abiertos y desde entonces he tenido la oportunidad de participar en otros espacios académicos, de realizar y acompañar litigios estratégicos, y de publicar dos libros, unos cuantos artículos en revistas especializadas y varios capítulos en libros colectivos.

Uno de los mayores regalos que me dio ese hermoso país fue en el marco de la conmemoración del centenario de la constitución mexicana en 2017 cuando el Instituto de Estudios Constitucionales del Estado de Querétaro reconoció mi modesto aporte al constitucionalismo latinoamericano, junto a otras personas académicas del continente.

Aprovecho para darle las gracias al Dr. Luis Efrén Ríos Vega, a la Dra. Irene Spigno, al Mtro. Rogelio Flores Pantoja, al Dr. José Rafael Grijalba Eternod y al Dr. José de Jesús Becerra Ramírez por su confianza en mi trabajo.

Casi 6 años después estoy aquí recibiendo tan grande honor de esta universidad hondureña, el cual asumo con mucha responsabilidad y con el compromiso de demostrar mi gratitud mediante mis aportes al debate nacional y regional sobre la situación del Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos, y, sobre todo, a través de la puesta a disposición, al servicio de las víctimas, de las herramientas teóricas y prácticas con las que cuento.

La tercera cuestión tiene que ver con la imperiosa necesidad de resignificar el Derecho como un instrumento de transformación social y de reflexionar sobre el papel de las personas juristas en los procesos de construcción democrática.

Carlos Nino decía que el Derecho es como el aire, está en todas partes y forma parte de nuestra cotidianidad. A su vez, Herbert Hart planteaba que las personas juristas somos arquitectas de las estructuras sociales.

Por eso, como lo manifiesta Ángeles López Moreno, una tarea urgente es el lugar prioritario que la enseñanza de la justicia debe ocupar en la formación de la persona jurista. No se trata de una tarea estética, sino de una tarea inaplazable para que las futuras personas juristas dediquen sus conocimientos a luchar por la justicia. Sólo entonces podrán llamarse en sentido pleno “juristas”.

Si no es así, es imperativo que las universidades se pregunten dos cosas: ¿qué tipo de juristas están formando nuestras facultades con sistemas de formación que privilegian la memorización de los artículos y la enseñanza decimonónica de los códigos? Utilizando una imagen de León Tolstoi, ¿acaso estamos formando juristas “sin alma”?

Dice el magistrado español José Antonio Martín Pallín que la formación jurídica exige algo más que el conocimiento y recitado literal de las disposiciones legales o la memorización de la jurisprudencia, pues las personas juristas no pueden ser simples autómatas, sino personas sensibles, valerosas, cultas, “con experiencia vital y con gran sentido común”.

En consecuencia, la enseñanza jurídica no puede reducirse a la descripción del Derecho vigente, debe evitar la dictadura del pensamiento único y promover el pensamiento crítico y libre del alumnado para que se cuestione si las leyes y las instituciones de Derecho cumplen con su función instrumental a favor de la justicia y la dignidad humana.

Como lo plantea el profesor Gregorio Peces-Barba, la dignidad humana debe ser la “referencia ética radical”, “un referente inicial, un punto de partida y también un horizonte final, un punto de llegada”. En este “itinerario de la dignidad” que irradia todo el sistema jurídico y social, quienes formamos a las futuras personas abogadas jugamos un papel fundamental.

Solo “juristas con alma”, con conocimiento y manejo de los estándares constitucionales e internacionales de derechos humanos, podrán aportar a la construcción de una ciudadanía activa, consciente de la titularidad de sus derechos, comprometida con la dignidad humana y capaz y dispuesta a salvaguardar el Estado de Derecho y la democracia, evitando caer en la defensa de aberraciones jurídicas como la sucesión constitucional.

En virtud de lo anterior, siguiendo a Abraham Magendzo, dejo para la reflexión cuatro grandes desafíos que tienen ante sí las aulas universitarias:

1.      Deben vincular al estudiantado directamente con la sociedad y el entorno con el fin de transformarlo, y fortalecer la investigación científica para conocer la realidad.

2.      Deben ser constructoras de democracia deliberativa en lugar de crear una atmósfera de restricciones, imposiciones, relaciones rígidas, verticales y autoritarias.

3.      Deben generar el intercambio de ideas e información que impulse una actitud de constante observancia crítica a los modelos excluyentes, elitistas y autoritarios.

4.      Deben orientar al reconocimiento de la alteridad y a la formación de sujetos de Derecho, es decir, personas comprometidas con la transformación de la sociedad.

Muchas gracias.