El militar argentino Adolfo Scilingo, responsable de secuestros, torturas, desapariciones, apropiaciones de niños e incineraciones durante la dictadura argentina, fue extraditado por México a España y condenado por la Audiencia Nacional de ese país a 640 años de cárcel.
El ex presidente Alberto Fujimori fue extraditado por Chile a Perú donde fue condenado a 25 años de prisión por ser responsable de graves violaciones a derechos humanos durante su mandato.
Los ex militares guatemaltecos Pedro Pimentel Ríos y Santos López Alonzo, responsables de graves violaciones a los derechos humanos durante la guerra, fueron deportados de Estados Unidos para ser juzgados en Guatemala. Por su parte, otro ex militar guatemalteco, Gilberto Jordán, fue sentenciado a 10 años de prisión en Florida, Estados Unidos, por su participación en crímenes de lesa humanidad.
A estos militares se suman el general retirado Héctor Mario López Fuentes, acusado de genocidio y crímenes de lesa humanidad en Guatemala, y los 20 militares y ex militares salvadoreños sobre los que pesan órdenes de captura internacional librada por la Audiencia Nacional de España que los acusa del asesinato de 6 sacerdotes jesuitas y 2 mujeres en noviembre de 1989.
También el ex oficial del ejército peruano Telmo Hurtado que fue extraditado por Estados Unidos al Perú el pasado 14 de julio tras haber sido requerido por las autoridades peruanas por su participación en la masacre de 69 campesinos de Accomarca, entre ellos varios niños, el 14 de agosto de 1985.
Y el pasado fin de semana conocimos la noticia de que el ex militar hondureño Cristóbal González Ramírez había sido capturado en Canadá por su participación en graves violaciones a los derechos humanos durante los años 80 como miembro activo del sangriento Batallón 3-16.
Pudiéramos continuar con una lista interminable de nombres de militares y policías violadores a derechos humanos que creyeron que podrían escapar de la justicia, pues al igual que los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos desde el golpe de Estado, no quisieron darse cuenta de que tales crímenes no prescriben y el haberlos ordenado o cometido los convierte en los parias del mundo civilizado.
Por eso, tarde o temprano veremos a los altos responsables militares, civiles y policiales del golpe de Estado desfilar ante la justicia, pues sus crímenes son una mancha imborrable para la humanidad que sólo puede limpiarse con su castigo y su encierro en el basurero de la historia.
1 comentario:
Vos sabés, Joaco, que como hijo de un país que pasó las mismas cosas, nada quiero más que ver a los tiranos en el banquillo de los acusados. Lo que me preocupa es el "mientras". Y no mientras se los trata de llevar ante la justicia, sino el mientras están en el poder.
Un abrazo, viejo amigo.
D.
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