El que
nada debe nada teme reza un dicho popular. Si es así, ¿por qué señor Hernández
insiste en desoír el clamor indignado que de forma contundente ha dejado claro
que lo que quiere es una Comisión Internacional contra la Impunidad?
¿Acaso no
se da cuenta señor Hernández que nadie en su sano juicio tiene confianza en instituciones
como la Corte Suprema de Justicia o el Ministerio Público que no han cumplido
con su mandato constitucional y se han destacado por su ineficiencia, parcialidad,
negligencia y falta de independencia?
Estas y otras instituciones del sector justicia y
seguridad han sido fundamentales para que la impunidad y la corrupción hayan
causado miles de víctimas, y al tolerar por acción u omisión los crímenes de
los impunes y corruptos, son corresponsables de los mismos pues como lo señala
Julio Scherer Ibarra, “dejar pasar el delito es tanto como extenderlo en la
práctica”.
Entienda señor Hernández que no podemos confiar en
un diálogo basado en fortalecer a una institucionalidad corroída y putrefacta,
y dirigida por una serie de oscuros personajes vinculados a los poderes fácticos
que han manejado el país durante las últimas tres décadas de supuesta
democracia formal.
La única
manera de confiar en un diálogo honesto es que usted, señor Hernández, si no
tiene nada que ocultar ni que temer, dé un primer paso y reactive el proceso de
solicitud a Naciones Unidas de una Comisión Internacional contra la Impunidad
que comenzó el ex presidente Lobo.
Nadie que
ame a Honduras puede estar en contra de una Comisión de este tipo cuyo mandato permita
realizar investigaciones de forma independiente, facilite una depuración
integral de la institucionalidad deslegitimada y allane el camino para
construir bajo la eficaz mirada y participación ciudadana, un sistema de
justicia y seguridad moderno, eficiente, justo, independiente, accesible a la
ciudadanía y garante del Estado de derecho, la democracia y los derechos
humanos.
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