Recientemente, el embajador de uno de los países de la Unión Europea
acreditado en el país, señaló que Honduras no puede ser considerada un Estado
fallido porque sus instituciones funcionan perfectamente.
Este diplomático completaba su idea diciendo que el Estado y sus
instituciones funcionan perfectamente pero cuando se trata de preservar los
intereses de quienes tienen el poder político y económico en el país.
Cuánta razón tiene dicho embajador, ya que las instituciones estatales
funcionan a la perfección cuando se trata de revertir el incipiente proceso de
reforma agraria pero no funcionan para cumplir el mandato constitucional de
implementar una reforma agraria integral que haga desaparecer los latifundios y
los minifundios.
Las instituciones del Estado funcionan perfectamente cuando se trata de
mantener la impunidad de empresarios, políticos, policías y militares que
cometen graves actos de corrupción y graves violaciones a derechos humanos pero
no funcionan cuando las víctimas y la sociedad exigen conocer la verdad de lo
sucedido, que no es otra cosa que investigar y sancionar a los responsables
materiales e intelectuales.
Las instituciones del Estado funcionan perfectamente cuando se trata de
criminalizar la protesta social, la libertad de expresión y cualquier acción de
oposición a las políticas represivas y regresivas del gobierno pero no funciona
cuando tienen la obligación de prevenir el asesinato de 20 personas diarias y
de garantizar que los culpables sean castigados.
Las instituciones del Estado funcionan a la perfección cuando se trata de
exonerar de impuestos a los grandes capitales o de hacerse la vista gorda ante
la gravísima evasión fiscal por parte de la empresa privada y de los ricos del
país pero no funciona cuando tiene la obligación de adoptar todas las medidas
necesarias para evitar que la pobreza asesine lentamente por hambre,
desnutrición y enfermedad.
Es una cuestión de vida o muerte recuperar el Estado y sus instituciones,
depurarlas, transformarlas, destruirlas y reconstruirlas hasta lograr que
realmente sean herramientas para la dignificación de la vida de millones de
hondureños y hondureñas que diariamente son sacrificadas en el altar de la
muerte y la miseria.
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