El ministro de seguridad, Pompeyo
Bonilla, ha comenzado esta semana criticando y llamando “malos hondureños” a
aquellas personas que están exigiendo al gobierno estadounidense que suspenda
su ayuda millonaria destinada a la Policía Nacional debido a sus vínculos con
el crimen organizado.
Si es así,
nos declaramos “malos hondureños y hondureñas” porque seguiremos denunciando
que la Policía Nacional es responsable de graves actos de corrupción,
asesinatos, extorsiones, torturas y otra larga lista de delitos y violaciones a
derechos humanos contra la ciudadanía a quien debería servir y proteger.
Nos
declaramos “malos hondureños y hondureñas” porque seguiremos denunciando que la
Policía Nacional es un simple instrumento que utiliza la fuerza excesiva y
la represión para preservar el orden que requieren los grandes poderes fácticos
del país, a quienes no les gusta que la ciudadanía haga uso legítimo de su
derecho constitucional a la manifestación pacífica para exigir el cumplimiento
de sus derechos.
Nos
declaramos “malos hondureños y hondureñas” porque seguiremos denunciando el
oscuro pasado del jefe de la Policía Nacional, Juan Carlos “El Tigre” Bonilla,
a quien se le señala por su
supuesta participación en escuadrones de la muerte encargados de
ejecutar una política de limpieza social para desaparecer y asesinar a
presuntos delincuentes.
Nos
declaramos “malos hondureños y hondureñas” porque seguiremos denunciando la total
impunidad que ampara a los militares que atentaron contra el orden
constitucional y que cometieron crímenes de lesa humanidad, y que hoy se
presentan como los salvadores de la seguridad ciudadana, pese a que nuestra
historia demuestra que su intervención en cuestiones de seguridad se encuentra
acompañada de graves violaciones de derechos humanos. Un ejemplo reciente es el
asesinato del adolescente Ebed Haziel Yánez a manos de militares que lo vieron
como un enemigo de guerra porque éste no se detuvo ante un retén militar.
Nos declaramos “malos hondureños y
hondureñas” porque seguiremos denunciando que toda la institucionalidad del
sector justicia y seguridad ha colapsado y que el actual proceso de depuración
iniciado hace un año es un total fracaso.
Nos declaramos “malos hondureños y
hondureñas” porque seguiremos apostando por la vida digna y asumiendo nuestras
posiciones desde las experiencias y expectativas de las miles de víctimas que diariamente
recorren un tortuoso camino en su lucha silenciosa y silenciada contra la
impunidad y el miedo.
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