Nuestra mancillada Constitución de la
República establece en su artículo 2 que “la soberanía corresponde al pueblo’,
que ‘la suplantación de la soberanía popular’ se considera traición a la Patria
y que la responsabilidad por este delito es imprescriptible, es decir, que
puede ser deducida en cualquier momento sin límite en el tiempo.
Por su parte, el artículo 13
constitucional señala que el dominio del Estado hondureño sobre el territorio
nacional es inalienable e imprescriptible, en otras palabras, que no se puede
enajenar, transmitir, ceder ni vender.
La Ley del Estatuto Constitucional de la
Red Especiales de Desarrollo, conocidas como las Ciudades Modelo, aparece en
total contradicción con lo que dispone la Carta Suprema de la nación, ya que,
entre otras cosas, estas “ciudades” serán territorios autónomos, con su propio
poder judicial, podrán imponer sus propios impuestos, tendrán sus propios
autoridades, adoptarán y aplicarán sus propias leyes, y podrán firmar convenios
y tratados como si fueran Estados independientes.
Además de la evidente violación a la
soberanía nacional, con la implementación de las ciudades modelo se violarán
derechos humanos fundamentales reconocidos por la Constitución hondureña y los
tratados internacionales, entre ellos, el derecho a la igualdad y el derecho a
circular libremente por cualquier parte del territorio nacional.
En otras palabras, en el territorio
hondureño se pretenden crear pequeños Estados en los que sólo vivirán aquellas
personas que las autoridades de los mismos consideren “idóneas” y con el
peligro de expulsar de sus territorios a quienes tengan la desgracia de vivir
actualmente donde los vende patria del congreso y del ejecutivo han decidido
consumar esta grave afrenta a la dignidad nacional.
Frente a la grave situación de miedo que
provoca la pobreza y la violencia, los hondureños y hondureñas ya no sólo seremos
extranjeros en el tortuoso camino centroamericano y mexicano que nos lleva a
arriesgarnos a vivir en la ilegalidad del norte, sino también en nuestra propia
tierra en donde la exclusión existente se profundizará con una nueva clase de
ciudadanos y ciudadanas “modelos” que viven en las “ciudades privadas”, y el
resto que no podrá acceder a ellas.
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