El Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo señala que “las políticas de seguridad deben ser evaluadas
periódicamente en términos de su efectividad e impactos, asegurando que éstas
no generen mayores niveles de violencia y que funcionen con pleno respeto a los
derechos humanos.
En este sentido, la
seguridad ciudadana no debe concebirse únicamente como una simple reducción de
los índices criminales, sino como el resultado de una política que se oriente
hacia una estrategia integral, que incluya la mejora de la calidad de vida de
la población.
No obstante, en Honduras
la política de seguridad sigue siendo limitada a una visión enfocada en
incrementar las penas, en reducir las garantías y derechos de la ciudadanía, en
dejar la seguridad en manos de las empresas privadas y en normalizar el uso del
ejército para estar en las calles.
Luego de 3 años y 140 millones de lempiras
destinados solo al proceso de depuración policial y de la creación de nuevas
estructuras como la Policía Militar, los resultados son insuficientes como
señala Omar Rivera, coordinador de la Alianza por la Paz y la Justicia.
Antes bien, pareciera que el problema de la
corrupción a lo interno de la Policía Nacional además de seguir sin resolverse,
está contaminando a las nuevas estructuras como la Policía TIGRES y la Policía
Militar, cuyos miembros se han visto involucrados en actos delictivos contra la
ciudadanía.
Y a la par de este enfoque restrictivo de la
seguridad ciudadana, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe señala a Honduras como el segundo país más pobre del continente,
alcanzando en el 2014 un 70.5% de pobreza multidimensional, la cual mide la precariedad
de la vivienda, hacinamiento, servicios básicos, educación, empleo y protección
social.
Si no se toman decisiones
políticas para enfrentar integralmente los múltiples factores asociados con la
inseguridad, tales como la desigualdad social, económica y política, que se
sustenta en estructuras de desigualdad y dominación que golpean a los más
pobres, Honduras continuará ostentando el título del país más violento del
mundo.
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