El reconocido abogado Omar Menjívar, acertadamente publicó
la semana anterior una satírica reflexión sobre lo que es Honduras y que nos recuerda
la frase célebre de que aquí “el corcho se hunde y el plomo flota” y también
“el mundo al revés” que Eduardo Galeano nos describe en uno de sus libros.
Señalaba que en nuestro país la política se ha
judicializado y la justicia se ha politizado; que las famosas pruebas de
confianza no son confiables; que el soberano es la directiva del congreso
Nacional y no el pueblo hondureño.
Manifestaba que el poder constituido es más poderoso
que el poder constituyente; que la Sala de lo Constitucional es
inconstitucional; que la propia Constitución es inconstitucional; que lo que
hace poco era malo, ahora es bueno y necesario; y que los corruptos son
invitados a los foros para disertar sobre el combate a la corrupción.
Y a ello podríamos añadirle las palabras del
presidente del Congreso Nacional para quien Honduras es un país
respetuoso de los derechos humanos mientras diariamente la muerte por hambre,
enfermedad y violencia enluta a las familias hondureñas.
También podríamos añadir las palabras del
presidente Juan Orlando Hernández y algunos de sus funcionarios para quienes
aquellas personas que denunciamos la gravedad de la situación somos traidoras a
la patria, mientras su gobierno vende a pedazos el país y adopta medidas
legales y económicas que dejan en mayor vulnerabilidad a la población.
Como dice
el abogado Menjívar, “¡Está claro que vivimos en un país a la inversa!” y por
ello debemos cuestionarnos permanentemente hasta cuándo seguiremos permitiendo
que nuestra casa común que es Honduras continúe siendo gobernada por los
verdaderos enemigos de la patria.
Si la
verdadera democracia implica el gobierno de los mejores, parafraseando un
pensamiento que circula en las redes sociales, en Honduras nuestra democracia
huele a cadáver porque los buitres están en el poder.
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