A
pesar que las estadísticas oficiales señalan una reducción en la tasa de
homicidios, existen dos elementos que son perversamente utilizados para aprobar
una serie de reformas que cercenan nuestras libertades y colocan en riesgo
nuestros derechos fundamentales.
En
primer lugar, la percepción ciudadana de una grave situación de criminalidad y
violencia que se mantiene, y en segundo lugar, un sentimiento de desprotección
y desconfianza en las instituciones que constitucionalmente son las
responsables de brindarnos protección y reducir los índices delictivos dentro
del marco de un Estado democrático de derecho.
El
más reciente sondeo de opinión pública realizado por el ERIC-SJ lo confirma
cuando la población consultada señala que la violencia y la inseguridad son uno
de los fracasos del gobierno actual, y considera a la Policía Nacional, al
Ministerio Público y a la Corte Suprema de Justicia como las instituciones
menos confiables.
Esta
percepción y desconfianza es un terreno fértil para que el gobierno asuma un
papel populista mediante la adopción de medidas de emergencia que debilitan aún
más a la institucionalidad democrática, y se desatienda de iniciar una reforma
profunda e integral que permita apuntar hacia las causas estructurales
generadoras de la violencia.
Una de las características de
las medidas adoptadas es su ambigüedad que otorga una peligrosa
discrecionalidad a policías, militares, fiscales, jueces y juezas para incluir
dentro de las conductas prohibidas, otras conductas legítimas de defensa de los
derechos humanos, y que pueden ser utilizadas como mecanismos de control social.
Por ello es que frente a las
reformas penales recientemente aprobadas, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos
Humanos han señalado que pueden dar
lugar a tergiversaciones deliberadas “para sancionar reivindicaciones y
movimientos sociales o la labor de los defensores de derechos humanos”.
Hacemos un llamado a los diferentes sectores sociales y políticos comprometidos con los valores democráticos a seguir insistiendo en la ilegalidad e ilegitimidad de tales reformas, y exigimos al Comisionado Nacional de los Derechos Humanos que se sume a las peticiones de inconstitucionalidad de las mismas ante la Sala de lo Constitucional, y a ésta que dé una respuesta congruente con la Constitución de la República y los estándares internacionales en la materia.
Hacemos un llamado a los diferentes sectores sociales y políticos comprometidos con los valores democráticos a seguir insistiendo en la ilegalidad e ilegitimidad de tales reformas, y exigimos al Comisionado Nacional de los Derechos Humanos que se sume a las peticiones de inconstitucionalidad de las mismas ante la Sala de lo Constitucional, y a ésta que dé una respuesta congruente con la Constitución de la República y los estándares internacionales en la materia.
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